Hace unos años comenzaba a estudiar la lengua portuguesa. Para practicar, y por tener una experiencia diferente, me inscribí en un curso de verano de la Universidade Nova de Lisboa, denominado «A filosofía da crise». Durante las clases tuve la oportunidad de hacer preguntas e intervenir en algún debate. Mi portugués era precario, poseía cierto vocabulario, pero mi fonética era plenamente castellana. El profesor y los compañeros rápidamente creyeron identificar mi origen; ¿eres gallego? En ese momento pensé: un gallego es un español hablando portugués. Yo no soy gallego, soy madrileño, obviamente español, además de iberista y lusista.
Galicia celebró elecciones autonómicas el pasado domingo, a propósito de lo cual, EL TRAPEZIO publicó una noticia en la que se analiza el contenido de los programas electorales de los partidos, en lo relativo a las relaciones con Portugal y la lusofonía. Del programa del partido ganador, el españolista y conservador PP, destaca el siguiente párrafo:
«Potenciaremos a acción exterior nos países da lusofonía, pola proximidade cultural e lingüística con eles e en desenvolvemento da Lei aprobada a tal efecto no Parlamento galego no ano 2014. En particular, Galicia liderará a entrada de España como observador asociado na Comunidade dos Países de Lingua Portuguesa (CPLP)…»
En el otro lado del espectro ideológico, el izquierdista Bloque Nacionalista Galego, segundo partido en número de votos, señala en su programa electoral: «O deseño e aprobación dun Plan estratéxico de acción lusófona que trace a folla de ruta e obxectivos da incorporación de Galiza à CPLP…» «Aproveitar a lusofonía con accións concretas. Cómpre impulsar que as eurocidades e eurorexións aproveiten a oportunidade para estreitar tamén os lazos culturais e lingüísticos a relación cultural próxima con Portugal.»
Es de sobra conocido que el vínculo ancestral entre Galicia y el norte de Portugal, ampliable a todo el noroeste peninsular, es anterior a la existencia de España y Portugal. Una cercanía geográfica, idiomática y cultural, que una frontera artificial, mantenida durante 900 años, no ha conseguido borrar. Unos lazos que han fructificado en los últimos tiempos, gracias al efecto de la Unión Europea, en una fuerte integración económica.
Esta específica relación, llevada a la política gallega, es la que reflejan los programas del PP gallego y del BNG. Extrañamente, el programa del Partido Socialista de Galicia-PSOE, tercero en diputados, no dice nada de Portugal; ni de la lusofonía.
Hasta aquí todo puede parecer armonioso y alejado de la confrontación política. Sin embargo, infelizmente, la realidad no es así, y hay una marcada confrontación ideológica y política a cuenta del nexo Galicia; España; Portugal.
El nacionalismo gallego se muestra partidario de estrechar relaciones con Portugal, a la par que trata de distanciarse de la centralidad española. En general, esto provoca un alejamiento del iberismo de cooperación entre los Estados español y portugués. La idea de conjunto peninsular no encaja en un nacionalismo gallego que encuentra su razón de ser en el localismo. No obstante, hay corrientes confederales de las naciones ibéricas en las que sí se siente cómodo el nacionalismo gallego, a partir de negar a España.
El Partido Popular de Galicia, que es hegemónico desde la puesta en marcha de la autonomía, salvo un paréntesis de una legislatura, entiende que España es esencial para aprovechar y fortalecer el nexo Portugal-Galicia. El iberismo integrador es bien recibido por el PP gallego. En esa dirección se manifestó el secretario general de Política Lingüística de Galicia, D. Valentín García Gómez, con el que tuve la ocasión de intercambiar pareceres en la celebración anual del Couto Mixto, en 2019. Es muy conocida, también, la estrecha relación entre el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y el alcalde de Oporto, Ruí Moreira, al que condecoró con la medalla de honor de la ciudad.
El Partido Socialista, pese a su lamentable olvido en el programa electoral, siempre ha sido favorable a estrechar lazos con Portugal, sin que eso suponga ningún distanciamiento de la centralidad española. En este sentido, tuvimos la ocasión de entrevistarnos en el senado de España con el senador por el PSG-PSOE, Luís García-Maña, conocido intelectual de la provincia de Ourense.
Por tanto, podemos decir que Galicia es iberista. Lo es porque valora y quiere potenciar los vínculos ancestrales con Portugal y el mundo de habla portuguesa; liderando la relación política general entre España y la lusofonía. Galicia es iberista, aunque aún no sabe que lo es, pues este término y su significación, todavía no ha dado el salto de entrar plenamente en el imaginario político de la población. Pero para eso estamos aquí.
En esa línea tengo programada una conferencia en la Universidad de Vigo sobre el iberismo del siglo XXI para el otoño de 2020, en representación de la Plataforma Civil Ibérica, con la que ya he tenido la ocasión de ofrecer otras dos conferencias en Galicia, concretamente, en la Eurocidade Chaves-Verín, y en el Liceo de Ourense.
El camino se hace al andar.
Pablo Castro Abad es editor-adjunto de EL TRAPEZIO y licenciado en Ciencias del Trabajo