Galp pierde con los descansos para fumar. ¿Gana con los conflictos?

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Galp ha enviado un correo electrónico al personal de España en el que ha indicado que será necesario que todos los trabajadores registren los motivos de los descansos que hagan. El tribunal dio la razón a la empresa y a su nueva política, que permite que los descansos para beber café o fumar no estén pagados, lo cual se ha convertido en tema de debate, con argumentos para todos los gustos.

El nuevo registro creó un conflicto dentro de la empresa, lo que ha llevado a la confederación de sindicatos, Comisiones Obreras, a tomar una posición. Ahora bien, la cuestión puede verse desde varios puntos de vista, aunque uno de ellos es cierto y simple. Los conflictos en el seno de las organizaciones rara vez contribuyen a un aumento de la productividad.

Tomando el ejemplo de Galp, y desde un punto de vista general, para mí no hay trabajadores ni empleados. Hay gente viviendo experiencias diferentes, con funciones diferentes. Me parece que ningún trabajador, si estuviera en el lugar del empresario, querría ver descansos largos que pudieran poner en entredicho el bien de la organización. Sin embargo, también me parece que a ningún jefe le gustaría ganar un salario de sólo tres dígitos, y todavía ser cuestionado sobre los descansos que hace.

Recuerdo una empresa en la que los descansos de los trabajadores para el almuerzo, el café o el cigarrillo eran frecuentes, y comentados por todos. Sin embargo, las horas extraordinarias en esa empresa no estaban pagadas, y eso era algo habitual. De este modo, había un delicado equilibrio entre las partes. El empresario sabía que los trabajadores pasaban más tiempo del debido dentro de las instalaciones, y los trabajadores sentían que, en parte, disfrutaban de una libertad que difícilmente tendrían en otro lugar. Gracias a ello, los trabajadores podían gestionar de la mejor manera sus necesidades y las de la empresa. Era una especie de sabiduría colectiva, aunque no estaba documentada, y ni siquiera se comentaba en voz alta. Los trabajadores tenían que renunciar el tiempo que le dedicaban a otras cosas porque pasaban el día dentro de la empresa. Cada vez eran menos, y el trabajo era el mismo, aunque, en verdad, no siempre estaban trabajando. El jefe permitía los descansos porque, al fin y al cabo, las partes cedían en nombre de la continuidad del proyecto.

Si consideramos que no le debemos hacer a otros lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros, nos damos cuenta de que muchas veces el problema que nos bloquea y nos divide es que no somos conscientes de que todos somos personas. Las personas que llegan a la cima de las empresas quieren verlas crecer, y con ese crecimiento ver como sus vidas personales son más plenas, en todos los sentidos. Las personas que están en la base de las empresas quieren lo mismo. No creo que haya trabajadores que se unan a un equipo y no quieran verlo desarrollarse; tener éxito. Tampoco creo que quien decide no sepa que los trabajadores desmotivados son más ineficaces y están menos interesados.

Más que estar de acuerdo o no con los descansos para fumar, creo que ha llegado el momento de reflexionar sobre el mercado laboral y la forma en que todos nos posicionamos. Me parece que la cuestión es mayor que la controversia de los descansos. Para que la empresa haya tomado este rumbo, debía estar, sin duda, descontenta con lo que pasaba. Pero por la protesta que surgió con la medida, los trabajadores también deben estar, de todo, menos satisfechos. No soy consciente de los perjuicios concretos generados por los descansos, tanto para los trabajadores, como para los accionistas, pero sé que las guerras internas rara vez dan buenos frutos. Los accionistas son parte de la empresa, y los trabajadores, también. Todos son personas que no quieren que les hagan ciertas cosas. En este punto, no sé si Galp pierde más con los descansos por parte de los trabajadores, o con los conflictos que han generado los accionistas. Lo que está claro, es que las divisiones no siempre permiten gobernar.

 

Sofia Martins Santos es periodista y una apasionada por la posibilidad de descubrir y contar historias; lo que le interesa son las personas, estén donde estén.

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