Origen y destino: Trás-Os-Montes

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Identidad. Ese elemento que nos aglomera; sentimiento que nos define. Individualmente o en grupo. Hoy vengo a hablar de un asunto que me interesa mucho: Trás-os-Montes. Tierra fría y caliente; reino maravilloso de Torga; el nordeste; el Alto Támega y el Alto Duero. Un territorio, detrás de los montes y de las sierras; poblado por gente de garra; muchos de ellos tan duros como rocas.

Muchas veces me han preguntado sobre estas tierras. Y sobre nuestra conexión con Galicia y la frontera. Indudablemente estamos unidos. Muchas veces, estas tierras transmontanas han recibido más aprecio y facilidades del otro lado que del nuestro. Quien dirige los futuros del país, en sentido genérico, no siempre, por no decir casi nunca, ha tenido la sensibilidad de reconocer esta identidad y su valor. ¡Tan valiosa como cualquier otra! Pero nunca menos que otras.

La cuestión de la interioridad se ha estado hablando durante mucho tiempo en relación al mundo rural. Trás-Os-Montes es sólo otra región unida a otras pegadas a la «Raya». Lejos de los polos de decisión; lejos de quien supone conocer el país que comanda. No quiero entrar en cuestiones políticas, mucho menos en sectores, pero este problema tiene décadas. La cuestión central es más la sensibilidad que cualquier otra cosa. No puedo hablar de Trás-Os-Montes, de mi tierra, sin que esta realidad se levante en mí.

Pero lo que me lleva a escribir sobre este tema revela un objetivo superior. ¡Trás-Os-Montes es fuerza; es tierra; son montañas; ríos; es gente! Podía describir los paisajes, las cualidades de los transmontanos… pero no me llegarían las palabras. Ser transmontano es una panoplia de adjetivos y descripciones. Inmensas. Sólo pecamos por permitir que nos olviden. Tenemos cualidades, defectos; somos como somos. Almas pertenecientes a otro «interior» de este Portugal. Esta es la realidad. Esto es, también, nuestra identidad. Es vivencia… en la mayoría de los casos, ¡calidad de vida! Muchos, además de nosotros, son conscientes de este valor. Y eso me llena el alma.

La identidad sigue de la mano con la cultura. Voy a hablar ahora de dos autores, uno español y otro portugués. A pesar de escribir sobre temáticas distintas, he decidido juntar sus reflexiones y establecer una articulación entre ellas.

La cultura local/regional es cultura.  Cito a José Ortega y Gasset para hablar de este tema.  La cultura es como «una herramienta imprescindible para toda la vida, es una dimensión constitutiva de la existencia humana, como las manos son el atributo del hombre. El hombre a veces no tiene manos, pero no es un hombre, es un hombre sin manos. Lo mismo se puede decir que una vida sin cultura es una vida manca, fracasada y falsa. El hombre que no vive a la altura de su tiempo vive por debajo de lo que sería una auténtica vida, es decir, falsifica o estafa su vida, la desvive»

Las raíces culturales, y el aprovechamiento de las mismas, son fundamentales e indispensables en la profundización de las relaciones dentro del país, más allá de las fronteras, y en continuidad de la propia identidad regional. Que nunca nos olvidemos de esto. Es este tipo de cultura que quiero mencionar. Porque esto es cultura; nuestra cultura. No podemos permitirnos vivir una vida «coja». Trás-Os-Montes, o cualquier otra región, no merece ser deshecha ni ignorada. Hablar de este interior también es hablar de la frontera y de su permeabilidad. Esta cultura es real, existe. Es allí donde miramos a menudo… porque Lisboa está allá… muy lejos. Demasiado lejos, en la mayoría de los casos.

Volveré a escribir sobre Trás-Os-Montes y sobre la frontera. Volveré a Torga. En otra ocasión. Pero ahora cito a José Rentes de Carvalho, cuyos orígenes se encuentran en el nordeste transmontano, y que tan bien conoce la realidad que aquí relato. Escribió en el ensayo «Trás-Os-Montes, el nordeste», de la Fundación Francisco Manuel dos Santos, sobre ser «transmontano»: «Buena gente, extraña gente, viviendo presa a los anhelos de un tiempo que pasó. Le pertenezco, en ella me encuentro, incapaz de distinguir entre la bendición y el castigo, solo seguro de que ser Transmontano, tanto como origen es un destino». Y para los que no piensan así, Rentes de Carvalho también asume que «juzgando que se desprenden, incluso a los que escapan para lejos, llega siempre la hora en que las raíces muestran su fuerza y les prueban como es ilusorio ir en busca de otro suelo».

Un día escribiré sobre nuestras bellezas, historias, paisajes, gentes… pero esta, vez mi verdadero objetivo es agudizar vuestro espíritu en este tema. Es necesario retomar, encarar, cuidar y restaurar este sentimiento de pertenencia; estas raíces. Portugal, sin el interior, es un país cojo. Es un país incompleto. Es mi objetivo, a pesar de vuestro derecho a discrepar de mis palabras, que se piense y se reflexione. De nosotros, transmontanos, también depende que no seamos olvidados. Es por eso que escribo sobre este tema. Es necesario que nos conozcan y que nos reconozcan. Trás-Os-Montes es origen y es destino. Y sobre esto no deberían existir dudas.

Nídia Ferreira da Cunha

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