La península ibérica es un espacio singular, que se encuentra unido al continente europeo por un istmo de 430 Kilómetros que ocupa en su totalidad la cordillera alpina de los Pirineos, y separado de África por los escasos 14 kilómetros del estrecho de Gibraltar, con costas a la fachada atlántica y cantábrica de más de 2000 Km, y a la mediterránea de 1700 Km. Puente geográfico de tres continentes, Europa, África, y la América que se encuentra al otro lado del océano que se contempla desde Lisboa; y puente entre la Europa atlántica y la mediterránea. Un espacio perfectamente delimitado, con fauna endémica (quien no ha oído hablar del lobo o lince ibérico), y con una flora específica.
La península es además muy diversa en geografía y clima, un continente en miniatura, con climas húmedo, continental, seco mediterráneo… Tenemos montañas de nieves perpetuas, océanos de aguas frías y mares cálidos, desiertos y vergeles, estepas y amplias vegas ribereñas.
La historia como calco de su naturaleza ha sido diferenciada en relación al resto de Europa, con una tendencia a la individualidad y con una marcada personalidad. La permanencia musulmana en Al-Ándalus, durante siete siglos, y el proceso histórico de la Reconquista cristiana marcan en gran medida la singularidad histórica de lberia; después llegaron los descubrimientos siendo los estados ibéricos los primeros imperios globales y discontinuos, que llevaron la cultura civilizadora de la época por prácticamente todo el planeta.
Como ocurre en lo geográfico y sin perder sus nexos propios, la diversidad de lenguas y culturas ha sido significativa, desde los pueblos prerromanos hasta los diferentes reinos cristianos. Las lenguas de origen latino, salvo el enigmático euskera, y las culturas, tradiciones, y formas de ser, conforman una diversidad encantadora. Son esas diferencias entre hermanos las que da un valor especial a la familia Ibérica.
En lo político la península ha quedado dividida en dos países, España y Portugal, y un micro país, Andorra. Los dos principales estados de la península han tratado de consolidar la idea decimonónica del Estado Nación realizando sus respectivas “construcciones nacionales”, teniendo un considerable éxito, en Portugal, y también en España, aunque matizado por un tamaño mayor que implica recoger más parte de la diversidad intrínseca de Iberia.
Con la entrada en la Unión Europea en 1986, los dos estados ibéricos comienzan una senda de cooperación, que supone un reencuentro entre hermanos y la posibilidad de cooperar a todos los niveles. Las fronteras físicas desaparecen, la moneda europea se comparte, las gentes se conocen más y mejor, y como consecuencia los recelos de siglos comienzan a ceder.
Esta publicación tiene este punto de partida, el reencuentro histórico entre hermanos que casi dejaron de hablarse, y que después de 33 años cooperando pueden pensar que están preparados para algo más.
Este algo más está abierto a todo tipo de ideas, los primeros pasos podrían ser el de organizar conjuntamente con total rigor seriedad y método, los posicionamientos dentro de la Unión Europea, unido al de dotarse de un organismo de cooperación permanente para acoplar todos los proyectos actuales, en economía, cultura, turismo, lenguas, despoblamiento, eurociudades fronterizas, y eurorregiones…
Portugal y España coordinados en una asociación estratégica en constante evolución, suman más que como simples socios de la Unión Europea.
Desde esta publicación de carácter ibérico y escrita en lengua castellana y portuguesa, podremos encontrar las opiniones necesarias, realizar los análisis y reflexiones pertinentes, difundir las ideas, recoger las críticas, abrir los debates, divulgar la actualidad, bajo la premisa básica de la singularidad y diversidad ibérica.
Pablo Castro Abad