Timor Este y España

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Situado a las afueras de Díli, capital de Timor Este, Tasi Tolu es un lugar emblemático para los timorenses, donde están escritas páginas de su historia más reciente. Durante la ocupación indonesia, era utilizado por los militares para torturar, asesinar y enterrar a nacionalistas timorenses. En 1989, el Papa Juan Pablo II celebró allí una misa multitudinaria. La dictadura de Suharto pretendía con ello dar una imagen de normalidad en el territorio. Pero, cuando la misa concluyó, jóvenes timorenses aprovecharon la presencia de medios de comunicación internacionales para dar a conocer el genocidio que el país padecía desde su invasión en 1975. Tasi Tolu fue también el escenario para la ceremonia que anunció la independencia del primer país del siglo XXI. Kofi Annan, Bill Clinton o Megawati Sukarnoputri -presidenta de una ya democrática Indonesia- contemplaron cómo se izaba la bandera del nuevo país.

Hace unos días, en Tasi Tolu se congregó una multitud de 600.000 personas -la mitad de la población del país- para ver y escuchar al Papa Francisco. Y escucharon su homilía en castellano. Ya se había expresado en dicho idioma el día anterior. Nada tiene de particular el que así lo haga un argentino, pero ¿acaso en Timor Este se habla castellano? El lector portugués sabe bien que no. Pero muchos españoles desconocen que Timor Este fue, hasta 1975, el Timor Portugués.

Los portugueses no tienen motivos enorgullecerse de su partida, ni por las circunstancias, ni por las consecuencias que favoreció. Sin embargo, en los años posteriores, la ciudadanía y el Estado portugués actuaron de forma modélica -algo que bien quisiéramos ver en España sobre el Sáhara Occidental– para defender los derechos humanos y el derecho a la autodeterminación de los timorenses. Incluso la constitución portuguesa introdujo un artículo para afirmar su compromiso con el pueblo timorense. Esta actitud permitió que, en mayo de 1999, se firmara un acuerdo entre Indonesia y Portugal -con António Guterres al frente del gabinete- para celebrar un referéndum en el mes de agosto. Una amplia mayoría de timorenses se pronunció entonces por la independencia.

Cuando Timor Este se planteó el problema de la lengua oficial, escogió la lengua local más extendida, el tétum, junto con el portugués. Esta elección era coherente, no ya con su pasado colonial, sino con la trayectoria de los líderes nacionalistas, que habían utilizado esta lengua. Le permitió, además, integrarse en la vasta comunidad de la lusofonía.

En los últimos años del período colonial, el Timor Portugués no estaba tan lejos de España como podría parecer. Dirce Mouzinho, hija del último alcalde de Díli bajo el período portugués, y hoy residente en Madrid, recuerda en su infancia las proyecciones -en castellano- de películas de Joselito. De su misma generación es Luís Cardoso, el literato timorense más destacado. España tiene un lugar muy especial en su obra. Por ejemplo, en A última morte do Coronel Santiago, el camino de Santiago tiene una gran relevancia. Aún mayor es la importancia de España en O ano em que Pigafetta completou a circum-navegação, cuyo punto de partida es el hecho histórico de la deserción de algunos marinos de la expedición de Elcano en Timor. Cardoso desgrana en ella algunos recuerdos de su juventud, como la circulación de publicaciones -en español- de Corín Tellado o las clases de profesores jesuitas españoles -como Andrés Díaz de Rábago– en el seminario de Díli. El seminario era el centro que ofrecía entonces un mayor nivel educativo en la isla y estos jesuitas contribuyeron no poco a forjar la primera generación de líderes nacionalistas.

Los misioneros fueron, precisamente, la punta de lanza de la presencia española en la isla en aquellos años. Por allí se movía, por ejemplo, el salesiano Alfonso Nácher, con un jeep regalado por Juan de Borbón. Nácher sería, además autor de un Léxico Fataluco-Português, para facilitar la comunicación entre hablantes de portugués y una de las lenguas locales. En 1974, un año ya convulso en Timor, llegó un grupo de carmelitas, que acompañó a los timorenses en el difícil período del genocidio. Hoy día, aunque sigue existiendo esta presencia, habiendo sido el último en (re)incorporarse el claretiano valenciano Francisco Baeza, se puede observar también un movimiento en dirección contraria. Varias carmelitas timorenses viven en España, dedicándose a la educación y a tareas de atención a los ancianos.

En las últimas décadas, la presencia del español en Timor ha estado muy ligada a Cuba, que ha desplegado una gran labor, sobre todo en el área sanitaria. Por un lado, está la intervención directa de médicos cubanos -la Brigada Médica Cubana- y, por otro, la formación en Medicina de estudiantes timorenses en Cuba.

Timor Este está situado en Asia-Pacífico, una zona emergente y, gracias a la presencia del portugués, ofrece oportunidades a países de lengua española. Existen posibilidades de cooperación económica en campos como los hidrocarburos -el país es productor- o la pesca. El país posee un nada desdeñable potencial turístico y, por supuesto, resulta evidente la viabilidad de una cooperación en el terreno cultural y educativo.

Ojalá el mensaje en castellano del Papa Francisco en Díli sea el preludio de un mayor interés recíproco de timorenses y países de lengua castellana -señaladamente, España- para reforzar sus vínculos.

 

José Antonio Rocamora

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