El calendario ya marca el mes de mayo, pero volvamos a abril, fecha que nos devolvió la libertad en 1974. Y es que mucho se ha logrado en los últimos 48 años, pero hay bastantes objetivos que aún no se han conseguido. La lucha sigue siendo enorme, pero en este artículo les dejo sólo dos puntos: la esclavitud y el acoso.
Hace unos días estaba ayudando a uno de los niños de mi casa a estudiar historia y leí que Portugal fue uno de los primeros países en abolir la esclavitud (incluso podría haber ocurrido durante el Gobierno del Marqués de Pombal). Esta abolición es sólo una media verdad y, por desgracia, en pleno siglo XXI, todavía tenemos casos de explotación laboral. Las historias son innumerables y la más reciente se centra en el Alentejo, e involucra asedios y abogados indignados con una posible requisición civil de un emprendimiento turístico. En Odemira, municipio que duplica su población debido a los trabajadores agrícolas procedentes del continente asiático o del norte de África, existe un brote de covid que está provocando que algunos miembros de la población local tengan sentimientos xenófobos.
Esta situación está haciendo que un nuevo foco recaiga sobre Odemira, donde cerca de 6.000 personas están viviendo en pésimas condiciones. ¿Qué hacer? Pues pensemos que el 25 de abril también fue hecho para estas personas. «Igualdad, Libertad y Fraternidad», este era el lema de la revolución francesa, pero los siglos han pasado y este ideal iluminista nunca ha sido plenamente alcanzado.
La situación de Zmar o de los hoteles es temporal, y aquí la culpa no puede ni debe morir soltera. De hecho, el color político de los que están en el Gobierno no ha cambiado mucho esta situación. Hablando de política, les hago una pregunta. ¿Podrá la derecha portuguesa sacar lecciones del PP español y de la victoria de Ayuso en Madrid? Es que aquí, la derecha está entrando cada vez más en un estado de enamoramiento con los extremismos. Y eso que tenemos los cuidados que Eduardo Ferro Rodrigues ha pedido en su discurso del 25 de abril. Es verdad que algunos de los ideales del Estado Novo continúan en medio de nosotros, y hemos tenido un ejemplo de ello en pleno directo televisivo, cuando una transeúnte interpela a la periodista mandándola a trabajar a la obra. ¿Cuál es el problema? (desde el confinamiento he iniciado mis trabajos de bricolaje). Ninguno si la periodista no fuera mozambiqueña. Racismo que se sirve en canal abierto. ¡Una alegría!
Volviendo al caso de la falta de viviendas dignas, en el PRR portugués (que ha ocultado algunas de las páginas de requerimientos de Bruselas) existe una sección sobre casas accesibles. Esperemos que sea verdad, porque nadie merece vivir y morir sin saber lo que es tener una casa digna, como defendió Lula da Silva con el programa «Mi casa, mi vida». Gracias a este proyecto brasileño, millones de personas, algunas salidas del movimiento «Sin Tierra» (algo que siempre me ha creado mucha confusión, pero esto debe ser por ser europea), han conseguido cuatro paredes y un techo donde pueden dormir. Dormir bajo un cielo estrellado puede ser lindísimo, pero no es nada práctico.
Pasemos a nuestra segunda temática: el acoso contra las mujeres. Como en muchos aspectos, Portugal siempre llega algo tarde y parece que sólo ahora el movimiento «Me Too» está apareciendo. ¿Quién es la señora que nunca ha oído palabras innecesarias o ha sido víctima de alguna acción infame? Desafortunadamente, todas tenemos historias que contar, pero debido a la vergüenza o simplemente a pensar que no vale la pena, nos callamos. Pero no puedes callarte para siempre.
Una simple entrevista en un programa de entretenimiento ha abierto una «caja de Pandora» y ahora escuchamos historias que demuestran que la lucha de las mujeres aún no ha terminado. Y no somos sólo nosotras, que todavía tenemos un gran camino por recorrer, sino (y especialmente) los hombres. No vale todo, ni en el lugar de trabajo ni en la escuela. Una vez escuché que no debemos tratar mal a los demás porque un día esa persona puede convertirse en Bill Gates (que ahora se va a divorciar) y vamos a terminar arrepintiéndonos de nuestros actos. Apoyo esto y les digo que «no es no», y que lo que hagan hoy les traerá consecuencias mañana.
Esto es mayo, el hijo incompleto de las conquistas de abril. Ahora que comenzamos un nuevo mes y pronto un nuevo año lunar, no se olviden de seguir luchando por la tan ambicionada normalidad que todos deseamos retomar.
Andreia Rodrigues