Luís Montenegro, como nuevo primer ministro (PM), ha realizado su primera visita fuera de Portugal, a Madrid, para ser recibido por el presidente del Gobierno de España. De esta manera se ha producido la primera foto conjunta de los mandatarios ibéricos. Es un gesto de buenas intenciones, a tener en cuenta, que remarca la importancia que se ha querido dar al vínculo con España, máxime teniendo en cuenta el diferente color político de los gobiernos.
El tono de la comparecencia, tras la reunión mantenida en La Moncloa el pasado 15 de abril, fue cordial, institucional, cercano y amigable. Se observó mucha fluidez y cierta complicidad. Como resultado tangible queda el anuncio de la celebración de la próxima Cumbre Ibérica para la segunda quincena del mes de octubre en Portugal.
Sánchez cometió la torpeza de hablar de la familia política de la socialdemocracia europea, cuando Montenegro pertenece a al Partido Social Demócrata portugués que, sin embargo, es de ideología conservadora; tampoco estuvo fino al calificar como de «visita al extranjero», el viaje a Madrid del mandatario portugués. Ha llegado el momento de dejar de considerar estrictamente extranjero a Portugal, mejor es evitar una palabra que es más apropiada para hablar de países lejanos. El presidente español tuvo la deferencia de usar un «obrigado» para agradecer las palabras de su homólogo, cuya voz, lamentablemente, fue silenciada por la traducción en la transmisión de YouTube. Sánchez utilizó el pinganillo para «entender» a Montenegro, pero el PM no necesitó del artilugio para percibir el castellano. Recomiendo trabajar y poner en valor de la intercomprensión entre dos idiomas próximos y universales como el español y el portugués.
En términos muy generales, propios de estas comparecencias, el resto de los temas centrales de las relaciones ibéricas fueron puestos de relieve. En infraestructuras el PM recordó la necesidad de terminar los puentes de Alcoutim y Cedillo, las conexiones por ferrocarril comprometidas, y las carreteras por Zamora y Puebla de Sanabria, además de los proyectos en materia de energía, tecnología, medio ambiente y conectividad. Por su parte, el presidente español, que definió a Portugal como país «hermano, amigo y aliado», puso de relieve el comienzo este 2024 de la Vuelta ciclista a España desde Lisboa, la organización conjunta del Mundial 2030, la programación de actividades culturales para conmemorar los 50 años de la Revolución de los Claveles y la llegada de las democracias a los países ibéricos, así como el impulso al sistema de Cumbres Iberoamericanas.
Destacable es la mención de Luís Montenegro a presentarse en Europa y el mundo como un bloque comercial y la aseveración de que Portugal seguirá siendo un «parceiro, um companheiro de viaje» para España.
La cuestión de política internacional del reconocimiento del Estado palestino, que impulsa Sánchez, fue esquivada con elegancia, de manera que no comprometió el posicionamiento de Portugal. Fue el tema que propició más preguntas por parte de una prensa generalista, que quizá debería dirigir más sus cuestiones hacia aspectos ligados a la singularidad de la relación bilateral entre los países ibéricos.
La valoración del encuentro es buena. Es destacable la rapidez por retomar la agenda ibérica mostrada desde Portugal por parte de un PM que no tiene antecedentes de una especial predisposición hacia la ibericidad, aunque tampoco se le puede reprochar absolutamente nada; no obstante, en algún momento de su intervención, cuando habló de la relación de siglos entre España y Portugal y de que las diferencias de familia política en ningún caso harán mella en ellas, sí mostró un entusiasmo claro. La Cumbre Ibérica en otoño será el punto arranque en el que se podrá observar el calado político de las intenciones del nuevo Gobierno. Si van un paso más allá de lo logrado hasta ahora, o se quedan en la continuidad que ya de por sí es bastante positiva. Da la impresión de que el perfil del nuevo Gobierno se orienta principalmente a la gestión, lo que quizá sea en este momento lo más recomendable, dado que los acuerdos existentes tienen grandes posibilidades de desarrollo que necesitan de concreción y de eficacia en la gestión.
Un olvido, desde mi óptica imperdonable, es el del Tratado de Amistad entre el Reino de España y la Republica Portuguesa, que entró en vigor el pasado mes de mayo. Llevamos desde años antes de su firma, acontecida durante la cumbre de 2020 en Trujillo, insistiendo en su importancia y valor. Una vez puesto en marcha parece que algunos (los asesores directos de los presidentes) no conocen el texto. Es complicado entender esta omisión. Desde EL TRAPEZIO hacemos esfuerzos por divulgar su significación; sabemos de sus posibilidades. Reclamamos su cumplimiento y su conocimiento. Esperamos particularmente que la Instancia de Seguimiento, a nivel político, de las decisiones tomadas en las Cumbres; y los mecanismos estructurados de diálogo entre las sociedades civiles y los interlocutores sociales de ambos Estados, previstos en el artículo 2, se desarrollen de manera ambiciosa y clara.
Es obligado dar la enhorabuena a Luís Montenegro, por su estreno en las reuniones entre los dos máximos mandatarios de los ejecutivos de las soberanías de Iberia. Un estreno bien enfocado y extremadamente cordial. Obrigado pela visita estimado primeiro-ministro.
Pablo Castro Abad