Con motivo de la XXXIII Cumbre de los Gobiernos de España y Portugal, celebrada el 4 de noviembre de 2022 en Viana do Castelo, el Foro Cívico Ibérico, que reúne a varias organizaciones iberistas, lanzó un Manifiesto reivindicativo titulado «Por uma Aliança Ibérica». Una expresión no utilizada hasta ese momento por los responsables políticos. Pasado un tiempo observamos con enorme satisfacción que el concepto se va incorporando al lenguaje político de los representantes de ambos países.
Ya ha sido utilizado por el flamante nuevo primer ministro de la República portuguesa Luís Montenegro: «Vamos fortalecer esta aliança -ibérica- a pensar no bem-estar dos portugueses e espanhóis», y el líder de la oposición Pedro Nuno Santos: «Nuestra alianza ibérica seguirá fortalecida en este nuevo ciclo político». Del lado español el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha revelado que en su primera conversación con su homónimo portugués Paulo Rangel: «Hablamos de la importancia de la alianza ibérica». Por su parte la presidenta de la Comunidad de Madrid se declaró «firme defensora de la Alianza Ibérica» en una reunión mantenida con la histórica Asociación Fórum dos Portugueses en la capital de España.
Parece que el IBEROLUX, propuesto en su día por el actual alcalde de Oporto, ha encontrado una expresión genuinamente peninsular. La excepción ibérica, las soluciones ibéricas de las que tanto se hablaron, han encontrado su expresión definitiva: ALIANZA (ALIANÇA) IBÉRICA.
Los principales líderes de las organizaciones iberistas durante la cumbre ibérica de Viana do Castelo en noviembre de 2022, en la emblemática Pastelería Cavalinho de la localidad minhota.
Podríamos definir Alianza Ibérica como al conjunto de objetivos, compromisos jurídicos, acciones de cooperación y vínculos sociales, establecidos entre los Estados y los ciudadanos de España y Portugal, en el contexto histórico contemporáneo. El marco jurídico fundamental de esta Aliança es el Tratado de Amistad y Cooperación firmado por los dos países que entró en vigor en mayo de 2023, cuyo texto comentado ha editado EL TRAPEZIO (ESPAÑA Y PORTUGAL: UNA NUEVA ESTRATEGIA IBÉRICA – Triallibreria), en el marco de la pertenencia conjunta a la UE, a la OTAN, y a la Comunidad Iberoamericana de Naciones.
Creo que es muy importante la conceptualización de las relaciones entre España y Portugal. El paso dado debe aún asentarse y ser valorizado en cada ocasión que se presente. La Alianza Ibérica, «a nossa aliança», puede convertirse en la imagen de marca para todos los posicionamientos, actividades y eventos que se realicen entre los dos países.
El camino acaba de comenzar; en cuestión de imagen y proyección pública de la idea estamos aún en los inicios, prácticamente disponemos solo del nombre. El siguiente paso habría de enfocarse a dar visibilidad pública general a la marca, para ello sería conveniente una campaña institucional que se podría hacer coincidir con la celebración de la próxima Cimeira Ibérica. Es necesaria también pedagogía de la dimensión de las relaciones ibéricas en su conjunto, labor que se realiza muy poco. Un hueco que, desde EL TRAPEZIO, venimos contribuyendo a minimizar, con nuestras publicaciones digitales, en papel y con la realización de actos públicos.
Otra cuestión sería dotar de un logo a la Aliança. En cada cumbre bilateral, que tienen una periodicidad anual, se elabora un logotipo específico, bastaría con dotarle de carácter permanente para lograr que una identificación visual estable.
Como última recomendación, siempre desde la humildad y desde un espíritu constructivo, me atrevería a sugerir que el Tratado de Amistad modificase su nombre y pasase a denominarse Tratado de la Alianza Ibérica. No sería necesario ningún cambio en su contenido, puesto que ya tiene una gran potencialidad; pero el nombre no expresa su verdadera dimensión. Tratado de Amistad también se llamaba el firmado en 1977 cuando entre España y Portugal cuando las relaciones eran mínimas; tenemos, además, Tratados de Amistad con países cómo Túnez, Egipto o Mauritania. Lógicamente la significación de las relaciones con esos países no tiene nada que ver de las que mantienen España y Portugal. Tampoco el contenido y alcance de los otros Tratados son, ni remotamente, comparables. El nombre del Tratado debe reflejar su contenido y ese es Alianza Ibérica.
La eficacia de la alianza
De nada servirá retórica de la Alianza Ibérica, por más que sea completamente necesaria, sino va acompañada de realidades tangibles. La labor de este diario precisamente es acompañar todas las políticas de cooperación que se vienen ejecutando, que siempre hemos juzgado de manera positiva pero también crítica. En términos generales los compromisos son mucho mayores que lo que realmente se llevan a la práctica, un desajuste que debería corregirse, con una mejor gestión y quizá con un menor uso de declaraciones y acuerdos poco trabajados. Para la mejor gestión venimos reclamando la creación de organismos, departamentos, secretarías… específicas y dirigidas o asesoradas por auténticos especialistas en la realidad hispano lusa, junto con la formación de los cuadros de gobierno en la visión estratégica de la nueva dimensión de las relaciones entre los países de la península ibérica.