La red social X, desde que dejó de ser Twitter, pasó de ser un vehículo privilegiado del activismo pro-Trump (y de todo tipo de populismo) a continuar siéndolo pero contando con el inestimable liderazgo del director ejecutivo de la compañía, Elon Musk, cuyo perfil cuenta con casi 200 millones de seguidores. Brasil, que viene de un golpe de Estado y que su democracia ha vivido momentos de inestabilidad, tuvo la suerte de contar con un juez del Tribunal Supremo, Alexandre de Moraes, que desarmó los diferentes frentes del golpe de estado bolsonarista. Sin todas esas órdenes con plazos inmediatos y multas diarias, sin todas esas operaciones para desarticular a golpistas, sin todo ese despliegue de intimidación, la democracia brasileña habría sucumbido: hoy tendríamos a un Brasil bolsonarizado muy parecido -políticamente- a la actual Venezuela pero con retóricas y políticas económicas diferentes.
El Tribunal Supremo al ser víctima directa de ataques, dentro de una campaña organizada y un fiscal general del Estado connivente (Augusto Aras), tuvo que excepcionalmente asumir la iniciativa de defenderse dentro del Estado de Derecho y poner fin a la impunidad, también en internet. Es por eso que personajes de extrema derecha, que hacen política -a base de amenazas personales y bulos contra la democracia- son objeto de supresión de tweets y, en los casos de reiteración, de supresión de perfiles. Hasta ahora X ha colaborado con Brasil a regañadientes. Musk colabora con democracias, dictaduras o mediopensionistas como Turquía o India, así como colabora con China en otros negocios a pesar de que su red X está vetada, además de tener una privilegiada interlocución con Rusia.
No es una cuestión de libertad, sino de simpatía: Musk simpatiza con el sector más amoral y degenerado del bolsonarismo, empeñados en instalar una dictadura en Brasil. Se ha convertido en su abogado. Hasta dice interpretar mejor las leyes de Brasil que los jueces del Tribunal Supremo. Acusa gratuitamente a Moraes de ser un dictador, cuando en Brasil el pluralismo está protegido mientras que no se ataque a la Constitución y sus instituciones. Existe separación de poderes. Lo cierto es que Musk no tiene ni idea porque el concepto angloamericano de libertad de expresión (absoluta), cuestionable dentro de los Estados Unidos, no encaja con el sistema jurídico brasileño o del espacio iberoamericano.
La decisión de Alexandre de Moraes no es una orden de Lula. No es un juez de izquierdas, ni fue elegido por Lula. Es un liberal-conservador católico de São Paulo, con mucho apego al Derecho, a la Constitución y a la soberanía de Brasil. El peso de los tribunales en Brasil viene de los tiempos remotos de los poderosos doutores en Derecho que estudiaban en Coímbra. La vigente constitución otorga bastante poder al Supremo Tribunal Federal, lo que en España sería la suma del Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional.
Conciliar el respeto al Estado de derecho -frente a los caprichos de un multimillonario activista- y el derecho de uso del consumidor y ciudadano de una red de comunicación social individual y colectiva -como X- es muy difícil, porque todavía no hay solución tecnológica para el bloqueo individual directo desde el Estado. Me pregunto cómo es posible que no haya solución tecnológica de bloqueo de las páginas concretas de perfiles de X y de páginas de tweets, no digo del timeline que intuyo que ahí estará la dificultad. Con reducir el alcance podría ser suficiente a corto plazo, bajo mi punto de vista.
El asunto es delicado al ser una infraestructura privada con función “pública” donde se realiza gran parte del debate de la opinión pública nacional e internacional. Se vincula a Twitter la internacionalización del trumpismo, a través de la exportación de una serie de guerras civiles culturales y globales, donde predomina un estilo de ofensa, falacia y bulo. Es decir, hemos pasado de la política clásica de medias verdades de los políticos tradicionales para la política de la mentira abiertamente aceptada por líderes y seguidores. Preferimos la mentira eficaz de nuestra gente a una eventual verdad de los adversarios. Hay pocos incentivos a la honestidad, aunque dentro de las redes sociales siempre hay espacio para las réplicas. Otra cosa es que sean o no tan virales como la mentira.
Existen buenos ejemplos en la citada red social y cada ciudadano elige en gran medida (con permiso del algoritmo) por quienes quiere ser influenciado y con quien quiere interactuar. Evidentemente el debate a la contra, con la gasolina del hate/odio, mucho más allá de la sana y necesaria crítica, es un motor en la producción de opinión. También existe la esperanza de que los ciudadanos, que por fin pueden participar en el debate público, puedan ir aprendiendo a hacer un uso responsable y democrático de X, al cabo de los años, para que el debate fortalezca la convivencia democrática y no que la debilite.
Quien reduzca el asunto a un ataque a la libertad de expresión, o es trumpista o no es consciente del conflicto que supone para las democracias que un interpuesto de Trump gestione el principal medio de comunicación entre gente políticamente influyente. Para los “antiimperialistas” o “antiglobalistas” de salón, les invito a que la reflexión vaya a cómo creamos una red social para la iberofonía que colabore con los Estados de derecho sobre la base de unos mínimos de pluralismo y respeto. Por otro lado, es importante dejar claro que el resto de redes sociales en Brasil cumplen -en la actualidad- las leyes.
Ahora los adalides internacionales de la libertad de X en Brasil ya saben que tienen que hacer: presionar a Musk para que restituya un representante legal en el país y colabore con la Justicia. Así de fácil volverá al aire. Reconozco, personalmente, que no contar con Brasil en el debate mundial de X es un fastidio, especialmente los que estamos empeñados en fortalecer la comunicación intraIberofonía.
Mucha gente honesta puede calificar de desproporcionada la decisión. Creo que antes de cerrar X, decisión que respeto, habría que haber agotado la vía de las sanciones individuales contra Musk y una orden de captura. Probablemente la UE colaboraría. Brasil tiene suficiente umbral de poder de Estado y mercado como para enfrentarse a poderes importantes, aunque siempre conviene tener aliados en esta clase de batallas. El Tribunal Supremo brasileño ha congelado correctamente los activos de Starlink en Brasil para hacer frente a las sanciones económicas contra X. Para estos casos, el Estado brasileño también tiene la ABIN -servicio secreto brasileño- para actuar contra los intereses de Musk en el exterior si continúa colaborando con saboteadores de la democracia brasileña. Es posible que el plenario del Tribunal Supremo de Brasil debata si revisa la decisión de Moraes tras dejar un margen de tiempo.
Musk, el nuevo Steve Bannon, ha salido al rescate de la ultraderecha evangélica brasileña. Confirma que quiere ser el líder mundial de la extrema derecha, desde presupuestos anarcoprotestantes y transhumanistas. Fuerzas de todo pelaje juegan al caos. Yo no voy a colaborar para contribuir al desastre. Si todos somos críticos con el sistema en general, no es menos cierto que la alternativa que ofrece el sector trumpista-putinista es peor que el statu quo. Yo no voy a morder el anzuelo.
América del Sur y Brasil son la piedra angular de Iberoamérica y la Iberofonía. Rusia está puenteando a Brasil en los BRICS desgastando el liderazgo brasileño en América del Sur, con su apoyo a Venezuela y Nicaragua, que se han convertido no sólo en un elemento de desestabilización contra la integración regional, sino que tienen el mérito de haber generado un casi-consenso -en la región- en contra esos regímenes oligárquicos-quijotescos, empeñados en una estrategia idealista hacia el empobrecimiento infinito.
Lula va a tener que dar un golpe en la mesa en la próxima reunión de los BRICS en Kazán (Rusia). El presidente de Brasil ya ha confirmado su presencia. Brasil estará como Estado fundador y de pleno derecho. Entre los países invitados, que no son parte de los BRICS, estará Venezuela. En los pasillos podrá haber un encuentro entre Maduro y Lula.
Personalmente, este conflicto Musk-Brasil afecta a mi trabajo en X. Sin Brasil, mi timeline se ha peninsularizado e hispanizado. El deterioro del servicio de X ha venido progresivamente empeorando en los últimos meses. Musk ha cortado el acceso a quienes no estamos suscritos. Veremos qué efectos se generan en el debate público en Brasil: si se vuelve un poco al modo tradicional o si será volcado -de otro modo- a otras redes sociales. De entrada, ayudará a la salud mental y la convivencia familiar, pero habrá que estar atentos a los efectos a medio plazo. Creo que YouTube será el medio que más se beneficiará del vacío dejado, dado el bajo impacto que tienen las publicaciones en el caótico y decadente Facebook. Una alternativa de red social tipo Twitter es Bluesky, que parece que está atrayendo a una masa de brasileños.
Twitter Brasil ha quedado congelado como una biblioteca. Podemos ver su histórico; siguen vivos los perfiles, pero ya no interactúan. La hoja de reclamaciones ya saben a quien pedírsela: a Musk, que colabore con la Justicia para liberar el Twitter Brasil del congelamiento. Una vez que los agitadores del caos pierdan la capacidad de influencia contra la democracia brasileña, la autodefensa del Estado de Derecho brasileño puede ir flexibilizándose. En ese eventual momento sería lógico que el poder judicial pasase a un virtuoso segundo plano, discreto, como era hace unas décadas. Algo poco probable si Trump gana las elecciones.
Por otro lado, más les vale que se cuiden algunos activistas de la oposición venezolana, simpatizantes de Bolsonaro o Vox, de atacar al Estado de Derecho brasileño. Este sector puede dilapidar la amplia masa crítica de solidaridad ganada en este último mes. Sé que no es posición de Edmundo González, que es el político más amigo de Brasil y España. Asimismo, cabe preguntarnos: ¿Dónde están aquellos multipolares que denunciaban el tecnofeudalismo de las big techs? Fui de los primeros en hablar de los BRICS hace más de una década en aras a un reequilibrio mundial y una mejor reinserción geopolítica -a través de Brasil- de una España, malentendida -por entonces- por el norte de Europa en medio de la crisis económica.
Hoy existe una evidente colusión entre Putin-Musk-Trump-Durov, en lo que se ha denominado una red de negocios mafiosa de oligarcas con multipasaportes. Por eso, hay que parar el imperialismo del oligarca Musk -el superSoros del trumpismo- y solidarizarnos con el Estado de derecho del hermano país de Brasil.
Pablo González Velasco