Olivenza precisa ‘ajuda’

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El título tiene doble sentido, sí. Utilizo el verbo “precisar” porque se entiende bien en cualquiera de las dos lenguas de Olivenza. He dudado poco entre “z” o “ç” para el nombre de la localidad, en tanto que este texto se escribe en castellano, y nada entre la “j” y la “y” para el caso de la palabra que aglutina dos intenciones, la del verbo y la del famoso puente oliventino. Cierto que el matiz más relevante podría ser la “a” inicial -mayúscula o no- de ajuda, pero he optado por la minúscula porque el auxilio que necesita Olivenza va mucho más allá del que refiere al elemento patrimonial que atraviesa el río.

Traduzco a un lenguaje comprensible para todo/a lector/a. En la localidad extremeña de Olivenza, cuyos habitantes se definen como “hijos de España y nietos de Portugal”, hay un puente sobre el río Guadiana conocido como d’Ajuda -advocación mariana de una ermita sita en el lado portugués-, destruido desde comienzos del siglo XVIII y no rehabilitado por diferentes razones, entre ellas excusas muy baratas. Cerca de él se construyó un puente nuevo hace no tantos años y no hay problemas de comunicación entre ambas orillas del río, esto es, entre ambos países. La cuestión reside en lo simbólico, en lo histórico y en lo “futurórico” del asunto.

Confieso que me encantan las ruinas históricas, ya que imprimen un halo romántico a su entorno, inspiran a escritores y a artistas de todo rango y conforman bellísimas estampas parlantes de un pasado desaparecido. No obstante, también nos hablan del desinterés y la desidia de los tiempos más recientes. Y esto segundo pesa más que lo primero. En el caso de la ruina oliventina se dan todas estas circunstancias y alguna más. Su contemplación es trascendente, si bien la pena por su estado atormenta a los más sensibles.

Proyecto para la reconstrucción del puente lo hubo en su día (año 2000), pero no llegó a buen puerto por las reticencias de cierto sector político y social portugués al que interesa mantener latente una reivindicación nacionalista y decimonónica que, además, no se ajusta a derecho (léase a Luis Alfonso Limpo o a Rubén Báez). Irredentismo que también ha impedido que Olivenza forme parte de la Eurociudad(e) Badajoz-Elvas-Campomayor (año 2018). Conformar esta “eurociudad hispano-portuguesa” -o, mejor, iberociudad– sin contar con Olivenza, siendo ésta la localidad la que mejor encarna la mezcolanza lusa y española, es como hacer una tortilla de patata sin patata. Igualmente, se ha excluido a Olivenza de la candidatura de las fortalezas abaluartadas de la Raya a Patrimonio de la Humanidad (año 2020), otro sinsentido. Se intuye, pues, que va en detrimento de los propios habitantes de la localidad extremeña el que continúe sin zanjarse la llamada “cuestión oliventina”. Olivenza precisa ajuda.

La clave, a nuestro juicio, la aporta Luis Alfonso Limpo Píriz, archivero-bibliotecario de Olivenza, en un artículo publicado en El Trapezio el 1 de marzo de 2022, titulado Una propuesta de solución al contencioso de Olivenza. Volver a la Historia, “fijar el relato” partiendo de la reunión de unos II Encuentros/Encontros de Ajuda -el primero se celebró en 1985- que establezca el análisis riguroso y científico del contencioso y “un comité mixto de profesionales de la Historia y del Derecho Internacional”. No puedo estar más de acuerdo con el autor en que este podría ser un excelente punto de partida para que, desde ahí, sus ecos vinculantes se dirijan hacia las esferas política y social.

La reunión -nunca mejor dicho- de Ajuda habría de sentar las bases definitivas de los pilares del viejo puente, cuya reconstrucción se hace indispensable desde todo punto. Un puente que estuvo operativo menos tiempo -dos siglos- de lo que lleva destruido -tres siglos-, pero cuya carga simbólica de unión-desunión-reunión no puede ser obviada. Al simbolismo cultural, social y político de restitución se añade, además, la potencial dinamización económica que comporta como bien patrimonial transfronterizo y rodeado de conjuntos histórico-artísticos de primer orden, como la misma Olivenza, Juromenha o Elvas, amén de una referencia urbana como Badajoz. Sin duda, solventada la “cuestión” e imprimiéndole centralidad al puente, estaría más cerca la declaración de la UNESCO a las fortalezas abaluartadas. Olivenza precisa Ajuda.

Dando un paso más, la joya manuelina de Extremadura ha de ser ambiciosa y proponerse como sede de instituciones comunes entre Portugal y España, a modo de capital ibérica. No es ninguna osadía. Como advertíamos más arriba, no hay localidad en toda la Raya que aglutine mejores condiciones para un papel protagonista en las relaciones entre ambos países, desde su personalidad histórica y cultural hasta su ubicación intermedia entre Lisboa y Madrid, incluso su circunstancia rural. Confiemos en la modernización venidera de las infraestructuras que pasan por Badajoz y su zona de influencia “eurociudadana”. Las autoridades locales y regionales habrían de apostar por la significación iberista de Olivenza, sin ambages.

Ciertamente, toda esta teoría suena muy bien, sin embargo, la realidad dista mucho, por el momento, de acercarse a la utopía que se plantea. A pesar de los esfuerzos que distintos organismos culturales, asociaciones y el propio ayuntamiento de Olivenza han venido haciendo desde hace décadas en la revalorización de su idiosincrasia, tales como la restauración de muchos de sus bienes patrimoniales, el bilingüismo del callejero local o la consecución de la doble nacionalidad para más de un millar de oliventinos, los efectos prácticos de la supuesta biculturalidad son todavía demasiado etéreos como para poder cimentar el edificio iberista. El mejor ejemplo es el mínimo uso público de la lengua portuguesa. Ésta debería ser la piedra angular, y no lo está siendo, su blindaje y promoción se estima urgente. El portugués oliventino también precisa ajuda.

Hace falta comprender la Historia frente su robusta fortificación, maravillarse ante los grafitos de su castillo, rememorar tiempos pretéritos en su museo etnográfico, calmar el alma en la iglesia de la Magdalena, saborear la técula-mécula, bailar el Candil, escuchar a Acetre y reflexionar al filo de la rotura del puente de Ajuda. Tanto que sentir, tanto que hablar, y casi nadie alza la voz. Tal vez hacen falta no uno sino muchos encuentros en Olivenza, precisa ajuda. ¿Cómo podemos ayudar a Olivenza?

Juan Rebollo Bote

LusitaniaeGuías-Historiadores

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