Cuando el portugués estuvo en la vanguardia de la literatura mundial

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La literatura en Lengua Portuguesa está plagada de grandes momentos, y no hace falta esforzarse mucho para recordar los nombres de Camões, Machado de Assis, Fernando Pessoa, Clarice Lispector, José Saramago o Mia Couto. En lo que concierne a las vanguardias, encabezan la lista los escritores portugueses en torno a la revista Orpheu –entre ellos, Mário de Sá-Carneiro y, otra vez, Fernando Pessoa– y los modernistas brasileños Mário de Andrade, Oswald de Andrade y Manuel Bandeira. Pero nadie ejerció tanta influencia internacional como Décio Pignatari y los hermanos Haroldo y Augusto de Campos, ideólogos y autores de un movimiento de vanguardia surgido en São Paulo en 1952: la Poesía Concreta brasileña.

Ahora no es el momento de detallar las complejas propuestas estéticas de dicho movimiento. Bastará con decir que impulsa el desarrollo de la poesía visual en todo el mundo; declara el fin de la estructura tradicional del verso y añade al poema nuevos elementos para la formación de sentido, como las tipografías y la disposición espacial en la página, posibilitando innumerables caminos de lectura.

La Poesía Concreta forma parte de una línea evolutiva de poesía experimental, que viene desde Simias de Rodas en la antigua Grecia y que tiene como gran referencia al francés Stéphane Mallarmé. Pero su sólida estructura teórica es innovadora y fue plasmada en la práctica en un enorme número de impactantes piezas poéticas. En internet, se pueden ver muchos ejemplos (pero ojo con las porquerías que aparecen bajo el nombre de Poesía Concreta. Lo mejor es buscar por autores).

A los no iniciados, les podría recomendar la pieza “Lixo/Luxo” (“Basura/Lujo”), de Augusto de Campos. A primera vista, se lee la palabra “Lixo”. Pero, si el receptor entra en el juego propuesto por el poema, pronto va a notar que “Lixo” está formado por pequeñas palabras “Lujo” que, además, están escritas en una tipografía bastante kitsch. A partir de ahí, la “lectura” puede ir desde el simple juego paranomásico que las palabras “Lixo” y “Luxo” producen en portugués hasta la crítica a la sociedad de consumo.

Con la Poesía Concreta, la Lengua Portuguesa, tan obviada y poco influyente, tuvo su momento estelar en la historia de las artes, funcionando como vehículo de una de las mayores aventuras literarias mundiales de su época. Publicaciones y exposiciones empezaron a surgir por todo el globo, de Japón  a Alemania, de Estados Unidos a Italia y Argentina. Personalidades como Umberto Eco, Eugen Gomringer, Max Bense, Ezra Pound, Stockhausen y John Cage son algunos de los grandes nombres que estuvieron reunidos en persona con los Concretos brasileños para alinear discursos y difundir ese nuevo modo de concepción de piezas artísticas.

En la península ibérica, la Poesía Concreta también tuvo buena acogida. En Portugal, destaca E. M. de Melo e Castro. Su libro Ideogramas, de 1962, está considerado el marco inicial de la Poesía Concreta portuguesa. En España, la huella es todavía más visible. De los años 60, tenemos noticia de artículos sobre la Poesía Concreta en periódicos como el ABC, La Vanguardia y el Diario de Madrid, además de conferencias y exposiciones en Madrid, Zaragoza, Bilbao, Vitoria y San Sebastián. La Poesía Concreta fue leída por los Nueve Novísimos y balizó la producción de artistas como Jorge de Oteiza, Pere Gimferrer, Julio Campal, Fernando Millán, Ignacio Gómez de Liaño, entre tantos otros.

Concluyo contándoles que Gómez de Liaño es tema de la exposición “Abandonar la escritura”, en el Museo Reina Sofía (estaba antes del Coronavírus y me imagino que volverá a estar en cartel). Ahí podemos ver, en el apartado de sus influencias, algunos números originales de la mítica revista Noigandres, publicada en Brasil por los poetas concretos. El propio material de divulgación de la exposición ya nos cuenta que el poeta español se acercó entonces “a las corrientes más contemporáneas de la poesía experimental, como la poesía concreta brasileña del grupo Noigandres” y que “La poesía concreta brasileña fue el referente, un primer paso”. Un primer paso, por cierto, dado en Lengua Portuguesa.

Sérgio Massucci Calderaro (São Paulo, 1971), doctor por la Universidad Complutense de Madrid, es publicista, escritor y profesor.

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