El pasado lunes 25, la Comisión Europea ha recomendado a todos los Gobiernos de la Unión Europea que soliciten, a los viajeros procedentes de zonas de alto riesgo (incidencia superior a 500 casos por 100.000 habitantes en 14 días), una prueba PCR negativa y posterior cuarentena obligatoria.
Actualmente, y según informa en su página web el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, no existen limitaciones legales para el paso de las fronteras terrestres entre España y Portugal. Para la entrada por vía área en España, por norma general, se exige una PCR negativa expedida 72 horas antes del vuelo.
En el real decreto del estado de alarma vigente en España hasta mayo, se puede leer que «La medida prevista de limitación de la entrada y salida en las comunidades autónomas no afecta al régimen de frontera». Por tanto, esa limitación no afecta a la «Raya» con Portugal. Una vez dentro del país, lógicamente, toda persona está obligada a cumplir con las restricciones de cada lugar; el confinamiento general en Portugal, y los toques de queda a las 22.00 horas en Galicia, Extremadura y Andalucía; y a las 20.00 horas en Castilla y León.
En la práctica, se están produciendo situaciones confusas. De hecho, Galicia intentó durante el puente de la Constitución cerrar la frontera con Portugal, debido al incremento que se producía en la zona norte portuguesa, lo que no fue posible. Desde diferentes zonas de la frontera me llegan testimonios contradictorios que delatan la falta de instrucciones claras a la población. Me dicen, por ejemplo, que en algunas zonas de la frontera los portugueses que pasen a España se arriesgan a ser multados, y que los controles les impiden ir a realizar compras a las localidades españolas. Sin embargo, en la zona rayana de Badajoz parece que no está habiendo ninguna limitación. La población no sabe bien a qué atenerse; circulan bulos, y hay cierto temor a ser sancionados. Los comercios y la hostelería reciben cada vez menos clientes.
Pero debe subrayarse, que la actividad de ir de compras a España y regresar después a la localidad de residencia, por el momento, no está sujeta a otras restricciones que las del toque de queda y los confinamientos vigentes en cada territorio.
Una vez más, no se tiene en cuenta la especificidad del territorio fronterizo, y no se ha regulado ninguna norma destinada a estas, como son las zonas de las eurociudades ibéricas que, en la práctica, funcionan como una sola entidad económica y territorial.
Durante el periodo que va desde la reapertura de las fronteras, en julio de 2020, a la actualidad, tras diversos altibajos, la frontera ha marcado ciertas limitaciones reales o psicológicas. La pandemia, infelizmente, está poniendo en suspenso el proceso de constante interacción entre las poblaciones rayanas.
La situación, a partir de ahora, se va a complicar aún más. La recomendación a las que aludía al comienzo, establece una cuarta zona de riesgo, calificada como «rojo oscuro», para zonas donde la incidencia acumulada durante 14 días supere el umbral de 500 casos por cada 100.000 habitantes; un nivel rebasado en casi toda España y Portugal.
El cerrojazo afectará a todos los viajes no esenciales; es decir, desde viajes por turismo a desplazamientos laborales o familiares que no sean valorados como imprescindibles. Las personas que, aun así, deseen desplazarse fuera de su territorio, deberán disponer de una prueba PCR negativa antes de iniciar el viaje. Y estas personas serán sometidas a una cuarentena obligatoria al llegar a destino. En la práctica, llega un confinamiento severo y la imposibilidad de viajar a otros países, con mínimas excepciones, que durará hasta que, por lo menos, baje la incidencia de 500 casos/100.000 habitantes a 14 días.
Afortunadamente, las recomendaciones de la UE se acuerdan de las regiones transfronterizas, y piden excepciones para motivos laborales o familiares; la no necesidad de la cuarentena, y tampoco de la prueba PCR, si la situación de la epidemia es similar en ambos lados de la frontera.
Pero, en todo caso, son los Estados miembros quienes, finalmente, van a determinar las normas que consideren oportunas sobre las pruebas y las cuarentenas.
No cabe duda de que la situación de la epidemia exige sacrificios, pero se ha de ser sensible a las zonas de frontera; pues han de soportar, no sólo las restricciones propias de cada país, sino las limitaciones de la propia frontera.
Desde aquí queremos instar a los Gobiernos de España y Portugal, que asuman las recomendaciones de la Comisión para regiones transfronterizas; impidiendo un cierre de facto de la frontera, y siendo sensibles a la realidad social y económica de estas zonas.
Pablo Castro Abad