Las lenguas ibéricas maltratadas por la política española

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La negociación para elegir la mesa del Congreso en España ha precisado que el PSOE “convenza” a Junts per Catalunya, el partido del prófugo Carles Puigdemont, con una solicitud formal del Gobierno de España al Consejo de la UE, para incluir entre los idiomas oficiales de la Unión Europea (que ya son 24) al catalán, al gallego y al euskera. Finalmente, la petición ante el Consejo de de la UE se ha realizado y. con los votos de Junts, ha salido elegida presidenta de la mesa del Congreso la diputada socialista por Mallorca Francina Armengol.

Cuando se trata de explicar esta cuestión a un foráneo resulta casi imposible que lo comprenda totalmente y si logra hacerlo la perplejidad es absoluta. Es tal el ombligismo de la política en España, que terminamos yendo a Europa a solicitar cuestiones extrañas para resolver negociaciones aún más extrañas todavía, un ridículo que nos debería avergonzar. Es triste comprobar que una política de mercadeo utilice las lenguas como moneda de cambio.

En casi todos los países de la Unión Europea existen otras lenguas además de la comúnmente más hablada. Si nos fijamos en nuestros vecinos, Portugal tiene reconocido al mirandés, y en Francia está el catalán, el euskera, el corso, el bretón, el occitano, el alsaciano…

En los países de la Unión Europea se hablan otras 60 lenguas, además de las 24 oficiales, sin contar las lenguas de la inmigración como el árabe, muy extendido por toda Europa. Lo más probable es que el Consejo de la UE rechace la petición española. La diversidad lingüística es positiva, diversos estudios corroboran que el bilingüismo o trilingüisimo favorece el desarrollo cognitivo en niños. No obstante, parece improbable que el ochentaycuatrolingüismo pueda favorecer a la Unión Europea, ya bastante ahogada de burocracia.

Sin embargo, el catalán podría ser un caso especial; lo conocen unas 10 millones de personas y tiene una extensa y prestigiosa tradición literaria. Otros idiomas “menores” son oficiales en la Unión Europea; verdaderamente las comparaciones pueden son odiosas y peligrosas.

Si el catalán es un caso especial debe plantearse así, con argumentos datos y consenso, en ningún caso a través de una negociación política para decidir un asunto interno.

Sería prudente tener cierto pudor y no acudir a la Unión Europea con temas como este; la importancia de llamarse España o Cataluña deberían ser ponderadas con más humildad por nuestros gobernantes.

Pero este diario es ibérico y en la ecuación de lenguas ibéricas nos falta el portugués y el ya referido mirandés, idioma hablado en la fronteriza localidad Miranda do Douro. El mirandés está fuertemente emparentado con la lengua astur-leonesa (la que hablaba mi abuelo), que ha sido olvidada por el actual Gobierno para nominarla a oficial de la Unión Europea.

El portugués obviamente es oficial en la Unión Europea y en 7 países repartidos por cuatro continentes. Es el idioma con más hablantes del hemisferio sur y en breve alcanzará 300 millones de hablantes. Es un idioma de la familia iberoromance, con un grado de compresibilidad muy alto para los hablantes de cualquiera de las lenguas romance de España.

El portugués, sin embargo, se imparte muy poco en las aulas de las escuelas de España. Solo los iberistas, que aún no tenemos representación en el Congreso, hemos realizado esfuerzos para que pueda enseñarse más; creemos que es una riqueza cultural, lo consideramos algo que forma parte de nuestra cultura. El portugués además es extremadamente útil para lo que sirven fundamentalmente las lenguas que es para comunicarse con otras personas; en el caso del portugués casi 300 millones.

La lengua portuguesa es especial para los iberistas.

 

Pablo Castro Abad

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