Solidaridad turística intrapeninsular y la firma de la paz ibérica en el Palacio de São Bento

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En Portugal se suele repetir con cierta frecuencia que la Alianza anglo-portuguesa es la alianza diplomática más antigua del mundo: desde 1373 todavía está en vigor. Un orgullo nacional que todo ciudadano portugués conoce. Este orgullo no tiene reciprocidad en el Reino Unido, donde pocas personas conocen dicha alianza y nadie la esgrime como argumento político. La “vigente” alianza y la actitud enfática de Augusto Santos Silva y António Costa, por vía diplomática y por vía de Twitter, no han conseguido (de momento) parar la decisión de Reino Unido de vetar la conexión aérea con Portugal e imponer una cuarentena a todo turista portugués y a todo turista inglés que haya pisado Portugal. Las razones no pueden ser encontradas en los datos globales del coronavirus, sino en los últimos rebrotes (en una interpretación exagerada). Es posible que aquellos países que consiguieron “cerrar” antes de la llegada del virus, en la segunda ola puedan ser más vulnerables, pero la situación epidemiológica de Portugal es buena, con algún foco concreto a las afueras de Lisboa. El Gobierno portugués y sus embajadas no reaccionaron a tiempo ante el clima mediático de temor al rebrote lisboeta que se difundió masivamente. No tiene ningún sentido vetar el destino tradicional del turista inglés en el Algarve. Por otro lado, las islas de Madeira y Azores sí que tendrán un corredor aéreo con Reino Unido.

Son varios los episodios históricos que levantaron ampollas entre británicos y portugueses: la represión de Beresford (1817), el Ultimátum británico (1890), o, más recientemente, el caso Madeleine. Y ahora el boicot al turismo en Portugal. Por tanto, los roces diplomáticos con los ingleses vienen de lejos, aunque siempre ha prevalecido mantener una buena relación para contrapesar la fuerza centrípeta de España. En este punto, hay que recordar, lo que a menudo se olvida en España, que Portugal también estuvo históricamente preocupada por la dependencia española a la política exterior francesa. Hoy en día no existem motivos para preocuparse en ambos sentidos.

Por fortuna, el sentimiento de desconfianza va remitiendo, aunque el precedente del cierre de fronteras nos devuelva a los viejos imaginarios. Ante el Brexit turístico británico en Portugal, es hora de promover el turismo en Portugal y facilitar el turismo británico en Portugal que quiera llegar por nuestros aeropuertos. Es ahora cuando la parte corporativista y nacionalista del aparato del Estado portugués se lamenta de que no haya más y mejores conexiones y de alta velocidad con España. Una buena forma de solidaridad con Portugal sería que los españoles llenásemos el hueco que han dejado los ingleses. En ese sentido, la diplomacia española debería mostrar su apoyo a Portugal frente a Inglaterra, tal y como Portugal lo hizo cuando Holanda atacó a España. Sería muy interesante que se realizara, en todas las televisiones de España y Portugal, una campaña para promover el turismo intrapeninsular.

Tras la resaca del 1 de julio, hay que resituar y calibrar en que punto están las relaciones peninsulares. Este lunes podremos volver al punto inicial. Recordemos que habíamos entrado en una dinámica soterrada de guerra diplomática con unilateralidades verbales, cierre adicional de 10 días de fronteras y finalmente rebajar el acto institucional organizado por Portugal. De alguna manera es como si la diplomacia ibérica hubiese caído dos pisos, pero ascendido sólo un piso por funcionar sólo a base de simbolismos. Habrá quien diga que con Francia no se abrieron las fronteras con los Jefes de Estado y Gobierno, pero es que con Francia no había que reparar el daño de la guerra diplomática soterrada. Es decir, la situación diplomática con Portugal está mejor que antes del 1 de julio, pero peor que la que había en febrero.

Este lunes Pedro Sánchez viaja a Lisboa, en principio, para preparar la negociación de los fondos europeos para la reconstrucción. Esperemos que hablen también de proyectos conjuntos para invertir esos fondos. Hay cierta esperanza para que esta visita suponga el restablecimiento completo de la confianza diplomática ibérica. En esta ocasión el encuentro no será simbólico y tendrá contenidos. Habrá almuerzo, reunión de trabajo y rueda de prensa.

 

Pablo González Velasco es coordinador general de EL TRAPEZIO y doctorando en antropología iberoamericana por la Universidad de Salamanca

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