Ya tenemos una Unión Ibérica (económica)

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El sueño de un Portugal «de costas voltadas» («de espaldas») al resto de la península, es sólo eso, un onírico deseo que pulula en el subconsciente de una pequeña parte del nacionalismo portugués; algo irreal, sobrepasado por los tiempos.

Quedan reminiscencias, bastante puñeteras, que son las que han impedido, por ejemplo, poner en marcha el tren de alta velocidad, entre Lisboa y Madrid, que se convertiría en el más rentable y práctico de toda Europa.

Desde hace décadas se ha habla de la «invasión económica» de España sobre Portugal. Ciertamente, esto es un error de concepto, ya que lo que se ha producido es una importante integración económica de la península; impulsada por la libertad de mercado y la armonización, a todos los niveles, que ha traído la Unión Europea. La integración es una idea en la que los flujos económicos forman parte de un todo que favorece al conjunto.

Es de sobra conocida la significación económica del proyecto europeo. Con todo, Europa tiene en la península ibérica una proyección específica y diferenciadora, pues en el plano económico se ha generado una genuina Unión Ibérica, constatable en cifras.

La publicación conjunta del Instituto Nacional de Estadística de España y de Portugal, titulada «La península Ibérica en cifras», nos ofrece cada año todo tipo de datos. Se trata de un magnífico trabajo donde se pueden consultar estadísticas de territorio; población; educación; salud; condiciones de vida; mercado laboral; industria; comercio; transporte…

Entre el gran volumen de datos vamos a fijarnos en el comercio entre los países ibéricos. El flujo anual de compras de Portugal a España es de 14.657 millones de euros, y el de ventas de 23.689. Para España, Portugal es su cuarto cliente y séptimo proveedor; y, para Portugal, España es su primer cliente y su primer proveedor.

Para valorar la importancia de la relación económica entre los países hemos calculado algunos parámetros:

Portugal destina el 11% de su PIB anual en comprar a España. España destina sólo el 1,12% de su PIB en proveerse de Portugal. Aunque la economía española tiene un volumen seis veces el de la portuguesa, proporcionalmente existe un importante desequilibrio.

Portugal vende por valor del 6,7% de su economía a España. España vende a Portugal por valor del 1,8% de su PIB; que, en proporción, es mayor que las ventas de Portugal.

Las ventas de Portugal a España son 18 veces superiores a las que hace a Brasil, y más del doble de las que hace a Francia y a Alemania, segundo y tercer cliente del país luso. En esta línea, las compras que hace Portugal a España son 7,6 veces de las que hace a Brasil; cuatro veces de las que hace a Francia, y más del doble de las que hace a Alemania.

Las ventas de España a Portugal son algo mayores de las que hace al Reino Unido (que tiene una población seis veces mayor). Ventas que son 3,5 veces de las que se hacen a China.

Datos, pues, que ponen de relieve la gran interdependencia e integración de los países ibéricos, los cuales tienen una relación singular no comparable en importancia a la que se tiene con el resto de los socios de la UE.

Una interdependencia que tiende a acrecentarse y que aún tiene un gran recorrido, porque el intercambio comercial supone riqueza para ambas partes. Son flujos económicos que se quedan en la península y en Europa; posibilitando la independencia y la soberanía productiva. Soberanía productiva que, como ha puesto de relieve la crisis sanitaria de la Covid-19, es completamente necesaria, pues afecta a la seguridad de nuestros países.

Sin embargo, pese al importante volumen comercial ibérico, la frontera supone aún un obstáculo muy importante al desarrollo. Para corroborar este axioma, basta un dato. Como decíamos, Portugal vende al resto de la península e islas españolas, unos 14.000 millones de euros, cuando otras regiones ibéricas como Cataluña y Andalucía venden 60.000 y 50.000 millones, aproximadamente.

La economía portuguesa tiene un enorme potencial de crecimiento en Iberia. Para alcanzar el nivel de Cataluña, podría multiplicar por cuatro sus exportaciones a toda España, lo que sin duda contribuiría a aproximar el nivel salarial y de renta per cápita de Portugal con España. Así, la empresa portuguesa tiene en España su principal lugar de expansión. Entidades como la energética EDP o la comercial «A loja do gato preto», son buen ejemplo.

La economía española tiene en Portugal un lugar perfecto para completar la expansión de sus empresas; adquiriendo una dimensión ibérica a partir de la cual poder entrar a competir en los principales mercados europeos. Mercados como el francés; el inglés; o el alemán, y de ahí al resto del mundo. Ese camino es exactamente el que recorrió Inditex-Zara, la empresa europea de mayor éxito de los últimos 30 años.

Para poder seguir avanzando, es necesario seguir eliminando trabas burocráticas al comercio y a la movilidad laboral de las personas, que aún persisten; además de favorecer las infraestructuras logísticas, como venimos insistiendo desde EL TRAPEZIO.

En el actual contexto de crisis económica y de disposición de Fondos del Plan de Recuperación europeo, el reto es realizar inversiones coordinadas, con rapidez; acierto, y eficiencia, que potencien las sinergias ibéricas.

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