Historia de la «calçada portuguesa» que será candidata a Patrimonio Inmaterial

La «calçada» surgió en el siglo XIX y es una de las mayores referencias de la lusofonía, pudiendo ser encontrada en Lisboa y Río de Janeiro

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La «calçada portuguesa» (empedrado portugués) es candidata a Patrimonio Inmaterial Nacional, siendo este el primer paso para una futura candidatura a Patrimonio de la Humanidad, uniéndose a otros productos muy asociados a Portugal, como es el caso del fado y del canto alentejano. El secretario general de la Asociación Calçada Portuguesa, António Prôa, defiende la calzada como un «elemento distintivo e identitario». El alcalde de Lisboa, Fernando Medina, ha dicho en esta presentación, que este elemento «hace mucho tiempo que superó la dimensión de pavimento, la dimensión de arte urbano y tiene una dimensión identitaria, que nos reúne, nos identifica».

La calzada portuguesa, que surgió en el siglo XIX, se utiliza en la pavimentación de aceras, espacios públicos y privados de innumerables ciudades lusófonas. Este revestimiento, que es similar a los mosaicos romanos, se caracteriza por piedras de forma irregular, generalmente de piedra caliza blanca y negra, que pueden ser dispuestas por los maestros (los responsables de estas creaciones) para crear patrones decorativos de gran belleza. Incluso hay una acera portuguesa y una acera al estilo portugués.

Usada de una forma similar a la que conocemos desde 1842, la calzada calcárea portuguesa se expandió de Lisboa a otros puntos del país y de las antiguas colonias, como un ideal de moda y de buen gusto. Esto convirtió a las diferentes zonas peatonales en auténticas obras-primas, lo que ha llevado a la gente a mirar a menudo al suelo, provocando algunos accidentes. A pesar de que São Paulo ha cambiado la calzada portuguesa de la Avenida Paulista por otro tipo de piso, Lisboa y el paseo marítimo de Río de Janeiro continúan mostrando de forma orgullosa sus trabajos en calzada portuguesa.

Además de estos países, Gibraltar, Bélgica, República Checa, China, Macao, Malasia, Timor Oriental, Angola, Mozambique, Sudáfrica, Estados Unidos y Canadá también tienen trabajos de los maestros calceteros portugueses. En España, la Avenida de Portugal (en Madrid) posee una calzada portuguesa; así como Olivenza tiene, en este tipo de pavimentación, una de sus conexiones con Portugal.

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