Una gestión forestal sostenible para el medioambiente es esencial para prevenir incendios, pero también puede tener rentabilidad económica. Demostrarlo es uno de los desafíos de diez entidades hispanolusas, unidas en un proyecto para fomentar estrategias de gestión conjunta para sus territorios.
Las entidades, que abarcan las regiones españolas de Castilla y León y Galicia y todo Portugal, tienen un problema en común: en sus territorios están muy extendidos los minifundios, con parcelas de pequeño tamaño distribuidas entre muchos propietarios que hacen complicado realizar una gestión forestal adecuada que sea rentable.
Por ello, apostar por planes conjuntos que no entiendan de límites administrativos es clave para avanzar en la prevención de incendios, como promueve el proyecto GEFRECON, liderado por la Diputación de Ávila.
Sostenibilidad ambiental y económica
«Uno de los retos de la gestión forestal es que la sostenibilidad sea también económica», señala a EFE el técnico que coordina el proyecto, Alberto López Casillas, que explica que se van a implementar cinco planes piloto de gestión conjunta.
Dos de ellos ya están en marcha, ambos en la provincia de Ávila, donde se ha comprado maquinaria forestal para ponerla a disposición de muchos ayuntamientos que no tienen recursos para adquirir sus propios equipamientos.
Estas máquinas ya están funcionando desde hace varios meses alrededor de la provincia, «limpiando zonas perimetrales, astillando los restos de poda y de actividades agrícolas, con el objetivo de reducir el riesgo de incendio», señala López Casillas.
Además, se han lanzado herramientas que permiten a los propietarios publicitar sus parcelas para fomentar agrupamientos de terrenos que puedan tener una gestión conjunta más rentable, así como calcular el potencial de biomasa del territorio.
«Una forma de viabilizar la gestión forestal económicamente es utilizar los residuos que se obtengan para biomasa energética», cuenta el coordinador del proyecto, en el que participan socios con mucha experiencia en este tipo de energía.
La idea es identificar las zonas que pueden explotar su potencial de biomasa, pero también ofrecer alternativas a las que no tienen esta vía, que pueden dedicarse al pastoreo o a plantaciones diferentes, como árboles frutales o aromáticas.
Más concienciación y más empresas
Para los próximos dos años, están previstas además acciones de sensibilización dirigidas a escuelas, usuarios del territorio -como visitantes- y actores como agricultores y ganadores.
También se van a promover las empresas forestales a través de lanzaderas de empleo de apoyo a emprendedores del sector, para que surjan compañías que «a la vez que fijan población y generan una actividad económica estén trabajando para la prevención de incendios».
Todas estas iniciativas cuentan con un presupuesto global de algo más de un millón de euros, del que el 75% está financiado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional FEDER, a través del Programa Interreg V-A España-Portugal (POCTEP) 2014-2020.
Es una forma de profundizar la cooperación hispanolusa en materia de prevención, porque «un incendio no entiende de límites administrativos», insiste López Casillas, que recuerda que por muy bien gestionado que esté un terreno forestal, si el de al lado está descuidado, puede acarrear problemas.
«La cooperación a distintos niveles es una clave fundamental para evitar esos problemas y para fomentar la agrupación de propietarios forestales, que no tienen por qué estar en el mismo municipio, provincia o país, que permitan viabilizar la gestión que se le dé al monte», concluye.
Junto a la Diputación de Ávila, que coordina el proyecto, participan desde España el Ente Público Regional de la Energía de Castilla y León, la empresa Montes de Las Navas, la Fundación Santa María la Real, la Diputación de A Coruña y el Instituto Tecnológico de Galicia.
Los socios portugueses son la Comunidad Intermunicipal do Alto Minho, el Centro de la Biomasa, la Agencia Regional de Energía y Ambiente del Interior y la Asociación de Agencias de Energía y Ambiente.