Ya estoy de nuevo en Madrid, tras pasar casi un mes en Brasil. Dado que fueron unas vacaciones lusófonas y algo iberistas, puede que interese -a nuestros lectores- conocer esta experiencia personal, que tampoco es nueva, porque conozco bien Brasil. En un 99% mis conversaciones en Brasil fueron en portugués, lo que siempre ayuda a mantener la lengua. También hubo tiempo para un par de eventos de hermandad iberista.
Las vacaciones llegaron como premio después de un final de octubre frenético lleno de eventos importantes como el encuentro rayano de Espeja, la cobertura y las acciones del Foro Cívico en la Cumbre Ibérica de Trujillo, la defensa de mi tesis en Salamanca y el prelanzamiento del libro: “Iberia, tierra de fraternidad”, con los mejores artículos de los últimos dos años de EL TRAPEZIO, ya a la venta ([email protected]). Si no saben que regalar a sus familiares o amigos, ya saben cuál es el mejor regalo de Navidad o de Reyes.
Sin ánimo de provocar envidias, he podido aprovechar un noviembre caluroso en Brasil. Primero fui a una playa paradisiaca, a una hora en coche de Salvador de Bahía, llamada Barra do Jacuípe, donde el río Jacuípe se encuentra con el mar. Con las mejores vistas, pude disfrutar de la culinaria bahiana, de herencia en buena medida africana, mientras tenía los pies mojados en agua y bebía caipiriña o la leve y fría cerveza brasileña que nunca llena. ¡Eso sí que es un chiringuito! Un lugar donde combina muy bien lo popular, la mínima estructura civilizatoria de servicios, la tranquilidad y la naturaleza bien preservada. Como este lugar, hay miles a lo largo de la costa bahiana, nordestina y brasileña en general.
Posteriormente, visité el pueblo de la familia de mi mujer, Santaluz, en el sertão de Bahía, no muy lejos de aquel fin del mundo que narró Vargas Llosa, sobre la base del libro de Euclides da Cunha que trataba de la revuelta de tipo sebastianista de Antônio Conselheiro. El pueblo de Santaluz, tierra de oro, sisal y piedras, se llamaba anterioriormente Santa Luzia y desde hace dos años dispone de un imponente monumento, en homenaje a la santa, con su correspondiente mascarilla. Entre los viandantes más curiosos de Santaluz se encuentran, con frecuencia, unos sapos de gran tamaño. No muy lejos de estas tierras está Monte Santo, donde hay un monte similar al Monte Calvario. Esta ciudad se hizo famosa en la historia de Brasil por haber sido sede del cuartel general del Ejército durante la citada Guerra de Canudos en 1897. Asimismo, una de las películas más premiadas del cine brasileño, Deus e o diabo na terra do sol de Glauber Rocha, se grabó en Monte Santo. Un hito del Cinema Novo.
La parte más “iberista” del viaje transcurrió en Rio de Janeiro porque participé como ponente en dos eventos, tras los obligados paseos de relajación por las playas de Leblón, Ipanema, Copacabana, Botafogo y el minimalecón (mureta) de Urca. En el Instituto Cervantes de Rio de Janeiro estuve con su director, Antonio Maura, quien está entregado a cuerpo y alma a terminar la Biblioteca Nélida Piñon, que se ubicará en la misma sede del Instituto en el barrio de Botafogo. Maura ha conseguido hacerse con varias colecciones, entre ellas una de la Casa de España de Rio de Janeiro, formada por el legado de -fundamentalmente- emigrantes gallegos. Estuvimos en el restaurante Manolo, que forma parte de otro importante legado -gestionado por sus descendientes o por terceros- de la comunidad inmigrante española de mediados del siglo pasado. Otros ejemplos de restauración hispanocarioca son: la Casa Villarino, el restaurante Cervantes o el Bar Madrid.
En el Instituto Cervantes pude presentar mi tesis sobre Gilberto Freyre y España: la constante iberista en su vida y obra, junto con profesores de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, en un acto titulado O Iberismo de Gilberto Freyre. En dicha ponencia también intenté explicar la polisemia del término “iberismo”, según el país (Brasil, España o Portugal). En cuanto a las novedades sobre la recepción de la tesis, debo decir que recibí la felicitación del embajador de Brasil y gané una excelente reseña (Iberismo metodológico) del articulista de EL TRAPEZIO y catedrático de Antropología, José Antonio González Alcantud.
El segundo evento fue en la pequeña ciudad de Cantagalo, tierra de Euclides da Cunha y una de las últimas ciudades tranquilas de Brasil, algo que sólo debe existir en lugares recónditos de Minas Gerais y alrededores. Tras cinco horas de autobús por los valles verdes del interior del Estado de Rio de Janeiro, y con dos horas de descanso, expliqué en la Cámara Municipal de Cantagalo, ciudad natal del historiador y filólogo Américo Castro, la importancia de este intelectual español y los resultados de la investigación sobre su relación con Cantagalo. Autoridades y sociedad civil fueron muy amables y receptivas a la idea de hacer una placa o poner una calle al autor de España en su Historia. Aquí está el vídeo.
La génesis de la invitación para dicha ponencia fue la investigación, que realicé a distancia con Wesley Gonçalves, sobre la ubicación de la casa natal de Américo Castro. Investigación que alcanzó su objetivo, localizando la dirección de la casa: calle Mão de Luva, 22. El profesor João Bôsco, después de una feijoada en su bonita casa de campo, me regaló el libro de Clélio Erthal: Cantagalo: Da miragem do ouro ao esplendor do café (1992). En el libro aparecen dos imágenes (panorámicas) donde sale la casa natal de Américo Castro en Cantagalo en la década de 1880. Por los datos del citado libro se confirma el lugar propuesto en el artículo Saudades de Cantagalo.
Este evento fue noticiado por el Jornal da Região, con cuyo editor pude charlar en su casa y explicarle mi visión sobre el futuro de la prensa, así como presentarle el proyecto de EL TRAPEZIO. La noticia se publicó con el siguiente título: “Câmara de Cantagalo realiza Conferência da Cidade e homenageia palestrante Pablo González”.
Por otro lado, mientras yo estaba en Brasil, el expresidente Lula da Silva, líder indiscutible en las encuestas para las elecciones del próximo año, visitó Europa, reuniéndose con diferentes dirigentes políticos. En España fue muy bien recibido por el presidente Pedro Sánchez, la vicepresidenta Yolanda Díaz, el expresidente Rodríguez Zapatero, los sindicatos, algunos empresarios, el PSOE, Unidas Podemos y movimientos sociales en general. Entre la delegación brasileña, presente en la Moncloa, estaba Celso Amorim, exministro de Exteriores, el Lavrov brasileño, quien tuvo una agenda propia encontrándose con secretarios de Estado y otras autoridades. Algo que puede ayudar a un reacercamiento iberófono con Brasil a partir de enero de 2023. Una semilla iberotropical que podrá germinar dentro de un año.
Pablo González Velasco