El ciudadano Juan Carlos I tiene que rendir cuentas

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El mundo, y también la sociedad española, evoluciona rápidamente. Los poderes inmutables e intocables se están deshaciendo por todas partes, ante la presión y la fuerza de la ciudadanía empoderada por la conciencia democrática y la revolución de las redes sociales.

En este contexto, el fiscal suizo Yves Bertossa ha destapado la existencia de una cuenta secreta del rey emérito de España, Juan Carlos I de Borbón, en la banca helvética Mirabaud & Cie. Esta cuenta, que formalmente está a nombre de la fundación panameña Lucum, recibió, en 2008, una transferencia de 100 millones de dólares de la monarquía tiránica de Arabia Saudí. A su vez, Juan Carlos I de Borbón hizo, en 2012, una transferencia de 65 millones de dólares desde esta cuenta a favor de su amante de entonces, Corinna zu Sayn-Wittgenstein.

La fundación Lucum parece que solo es la punta del iceberg de la enorme fortuna que acumula, a través de una trama de testaferros, el rey emérito en varios paraísos fiscales. Los gestores suizos Arturo Fassana y Dante Canonica tendrían la llave del “tesoro” oculto del Borbón, así como su primo, Álvaro de Orleans. El fiscal Yves Bertossa se ha coordinado con la Fiscalía española para intentar desentrañar los intríngulis de esta enorme bolsa de dinero acumulada fuera de España por el anterior jefe del Estado y que el diario The New York Times ha evaluado en más de 2.000 millones de dólares.

Después de la abdicación del trono en favor de su hijo, en 2014, Juan Carlos I de Borbón ha perdido la “inviolabilidad” judicial que le otorgaba la Constitución y ha pasado a tener la condición de aforado. Esto hace que el Tribunal Supremo sea la instancia que tiene que instruir la posible imputación del rey emérito. De entrada, y en espera de conocer el alcance exacto de su fortuna escondida, parece que hay indicios sólidos para imputarle un fraude fiscal continuado, tal como pasa con la cuenta que el ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, tenía en Andorra.

Los “poderes fácticos” del Estado, empezando por el palacio de la Zarzuela, pueden tener la tentación de enterrar el escándalo que afecta a Juan Carlos I de Borbón. Esto sería un grave error, puesto que la opinión pública española no lo aceptará de ninguna forma y supondría, más temprano que tarde, la muerte de la institución monárquica. Si Felipe VI aspira a conservar el trono, su padre tiene que explicar motu proprio, con pelos y señales, el volumen y el origen de este “tesoro” familiar.

Y, por supuesto, pagar la multa tributaria que le corresponde por evasión fiscal desde el año 2014 y reintegrar el dinero que tiene en el exterior a España. O la familia Borbón hace este ejercicio de transparencia o Felipe VI pagará las consecuencias. Lo veremos en la próxima final de la Copa del Rey entre el Athletic y la Real Sociedad…

 

Jaume Reixach es periodista y editor de las publicaciones EL TRIANGLE, LA VALIRA y EL TRAPEZIO

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