El este del oeste

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El oeste de la provincia de Zamora abraza con el pulgar apretado el este de las tierras lusitanas.

En su forma se adivina una cara que vuelve los ojos hacia la costa atlántica.

Implora el viento que se lleve las nubes de la pobreza.

Entre ambos países, tierras que cada vez añoran más la voz humana.

Desierto verde cuya densidad de población es menor que la que se da en la Siberia de Putin.

Una despoblación que se halla muy cerca de llegar al punto de ‘no retorno’ y que logrará, si no se toman medidas de carácter urgente, que toda la Raya se quede definitivamente para vestir Santos.

Sola, soltera y entera.

Así sin remedio, sin solución de continuidad, como quien no quiere la cosa y a la chita callando, poco a poco, el único sonido de los bosques será el aullido del lobo en las largas noches de invierno.

Pueblos que ven como sus calles se vacían al mismo ritmo en que la juventud se marcha en busca de nuevos lugares que les ofrezcan futuro.

Un futuro que, de hacerlo bien, podría estar anclado a la tierra que les vio nacer.

Necesitamos un plan de desarrollo que, sin duda, pasa por la cooperación con Portugal.

Un país que, en los últimos años, se ha convertido en referencia de la modernidad.

Las provincias de la Raya, España, en definitiva, debe volverse hacia el oeste si quiere coger el camino correcto.

Sus habitantes, sus gentes, tienen los mismos derechos que sus conciudadanos de las costas.

La España vacía agoniza entre consultorios sin médicos, rutas sin autobuses, seguridad a kilómetros de distancia, falta de escuelas, de farmacias, de tienda…. Y cientos y cientos de servicios necesarios, propios de un estado moderno, y que, por desgracia, parece que ha cejado en sus funciones.

Ambos países unidos pasarían a ser la cuarta economía europea, con el PIB necesario y suficiente como para acometer las reformas que tanto se necesitan en esta tierra olvidada.

Nuestra voz, sería ‘nuestra’ en cuanto al peso que se adquiriría en Europa.

Nuestros productos, los ibéricos, mantienen una calidad que difícilmente puede ser superada por cualquier otro país más norteño.

Manteniéndonos juntos tendrían una posición de salida que se volvería ventajosa con respecto a los de menor clase.

Nuestros vinos son dulces.

Nuestras uvas, nuestros trigales, nuestras castañas, nuestros almendros, el mejor corcho del mundo, todo madura bajo el mismo sol.

Somos del Sur.

Del Sur de una Europa que se olvidó de vivir, de comer y de beber.

Ebria de vino ácido, por falta de luz.

Que llama a los países que producen las mejores cosechas PIGS.

Ya saben, cerdos en inglés.

Acrónimo que comienza con la P de Portugal y finaliza con la S de Spain.

¿Acaso, algo así, no les da qué pensar?

Beatriz Recio Pérez es periodista, con amplia experiencia en La Raya central ibérica.

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