La vida desde la ventana

Comparte el artículo:

Pasan las horas, pasan los días, pasa la vida. Transcurre el tiempo, el mismo que hace días nos faltaba, y ahora parece que nos sobra. Pasa la vida que observamos desde una ventana, la misma que abríamos para ventilar las casas, o cerrábamos por el ruido. Ahora es una ventana que nos conecta con el mundo, con las personas, con una realidad que nos cuesta creer que es eso, la realidad, y no la ficción. Una ventana desde la que distinguimos a los vecinos que apenas conocíamos e incluso ya reconocemos a los del otro lado de la calle.

Todos los días en España, a las 20 horas, el largo y merecido aplauso para reconocer el trabajo del personal sanitario y de todos los que están en primera línea de batalla luchando contra el coronavirus, nos conecta visualmente con el resto del mundo del que nos han obligado a separarnos. Minutos en los que se nos pasan por la mente muchas imágenes, en los que soñamos que más pronto que tarde volveremos a juntarnos con todos aquellos a los que más añoramos.

 Ya van más de tres semanas de confinamiento. Para unos, una eternidad, para otros, ha pasado más rápido de lo que pensábamos. Y cuando los datos nos permiten pensar que sí, que hay luz al final de este túnel, tratamos de imaginar cómo será esa vuelta a la realidad, esa fase de transición de la que tanto hablan. Y nos preguntamos si realmente el mundo nunca será igual, si lo echaremos de menos tal y como lo hemos conocido o si como nos dice nuestro interior, esto es una oportunidad para cambiar hacia un mundo mejor.

También desde la ventana pensamos en el resto de países que como España están sumidos en esta crisis sanitaria y que con el paso de los días van aumentando. Y sí, también nos preocupamos, y mucho, por Portugal, sobre todo los que tenemos allí familia, amigos y parte de nuestra vida. Con frecuencia me preguntan por los números del Covid-19 en Portugal, porque lamentablemente el seguimiento que se hace desde los medios españoles al desarrollo del virus en el país vecino deja bastante que desear. Pero eso es otro tema del que también vale la pena un día hablar. Sigo atenta la evolución del virus en territorio luso, comparando sobre todo las cifras con las de España días atrás. Los números actualizados de este 6 de abril en Portugal hablan de 11.730 casos positivos y 311 fallecidos.  En España, el 17 de marzo se contabilizaron un número un poco inferior de contagios, 11.178, pero muchas más víctimas, 491. Desde entonces lo que ha pasado en España ya es conocido, ese aumento rápido y veloz, asustador, hasta que se ha ido frenando hace unos días.

Nadie sabe cómo evolucionará Portugal y ojalá las medidas de confinamiento adoptadas más a tiempo den buenos resultados y no se repitan las duras escenas que se han vivido en los hospitales españoles. Este virus es caprichoso, no entiende de nacionalidades, su expansión es fruto del mundo global en el que vivimos, y global también será la respuesta. Pero al menos esperamos que países como Portugal hayan podido aprender de la experiencia vivida en Italia y España y su lucha contra la Covid-19 de antes resultado evitando las trágicas cifras.

Con el paso del tiempo los científicos y los epidemiólogos podrán analizar esta situación que nos ha superado y sorprendido a todos. Hay que esperar, más de lo que nos gustaría, y entender que ahora es así como pasa la vida, pero que también es vida. Llega una Semana Santa bien diferente a la que imaginamos y desde la ventana pensaremos en las procesiones y actos religiosos, en la playa o en la montaña, en días de descanso disfrutando de la familia y amigos. Días que tendrán que esperar pero mientras lleguen, sí nos está permitido soñar.

 

Belén Rodrigo es periodista. Ha ejercido durante 15 años como corresponsal del diario ABC en Lisboa. Premio Ibérico de Periodismo otorgado por la Fundación Luso-Española.

Noticias Relacionadas