Eurociudad Patrimonio de la Humanidad

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Terminamos 2021 con buenas nuevas: Las Festas do povo o “Fiesta de las Flores” de Campomayor han sido declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO y el Carnaval de Badajoz, a la espera de una subsanación de última hora, será igualmente distinguido como Fiesta de Interés Turístico Internacional por la Secretaría General de Turismo del Gobierno de España. Sin duda, se trata de dos grandes noticias para la Eurociudad Badajoz-Elvas-Campomaior que aumentan la categoría del ya de por sí nutrido bagaje cultural y turístico de la Raya alentejano-extremeña.

Estas distinciones se unen a la declaración como Patrimonio de la Humanidad de la Guarnición fronteriza y fortificaciones de la ciudad de Elvas y a otras inmateriales que impregnan nuestro solar ibérico, entre las que podemos destacar la propia Dieta Mediterránea o las musicales del Fado, el Cante alentejano o el Flamenco. Todas ellas han dinamizado cultural y turísticamente el suroeste rayano, y en especial el área de la Eurociudad BEC, con iniciativas de mayor o menor alcance o reconocimiento que van desde la atracción de visitantes para conocer el patrimonio histórico hasta eventos de la talla del “Festival de Flamenco y Fado de Badajoz” –entre otros musicales–, e incluso alguna moderna idea gastronómica que, bien desarrollada, puede marcar un hito, como la de “Badajoz, capital del desayuno”.

Lo verdaderamente importante de este asunto es la reacción en cadena que puede producir un reconocimiento determinado en su entorno inmediato. Así, Badajoz ha recibido más visitantes desde que Elvas es Patrimonio de la Humanidad y, con total seguridad, el Carnaval Internacional elvense se retroalimentará de la distinción internacional del Carnaval badajocense, por ejemplo, remarcando esta fecha –febrero- y destino común para muchos carnavaleros. La declaración de la UNESCO a Campomayor señalará también en rojo el calendario de quienes persiguen fiestas singulares -en este caso en agosto- y beneficiará sin duda a aquellas mencionadas ciudades. El que las tres localidades estén integradas en una misma Eurociudad permite que hablemos de una de las mayores concentraciones de patrimonio material e inmaterial que se dan en Iberia.

La clave del éxito estará en la cooperación administrativa intermunicipal, como nos consta que ya se hace con la fiesta de “Almossassa” entre la capital bajoextremeña y la alentejana Marvão, y sobre todo en el trabajo en un proyecto conjunto en materia cultural y turística. Para ello será esencial, primero, distinguir lo cultural de lo turístico –esto es, la rentabilidad social de la meramente económica– y, segundo,  desarrollar programas de investigación y difusión que afiance la identificación común de las sociedades de ambos lados de la Raya. Solo así se implementará la Eurociudad y crecerá firmemente. No cabe insistir en que el bilingüismo castellano-portugués es llave maestra sin la cual no se abrirán las puertas del futuro de esta iberociudadanía.

El papel de la Universidad de Extremadura –y también, por cercanía, de la Universidade de Évora- y de los actores y gestores culturales tiene que ser protagonista puesto que el Patrimonio es, ante todo, objeto de interés científico y social que ha de ser estudiado y difundido. En este sentido, uno de los modelos a seguir es el implantado por el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida –así como por el Instituto de Arqueología CSIC-. También por la gestión patrimonial que se ha desarrollado en Elvas en los últimos años. Badajoz conseguirá ser extensión del Patrimonio de la Humanidad elvense cuando apueste decididamente por documentar y revalorizar su patrimonio histórico, arqueológico y abaluartado, cuyo potencial es inmenso. Desde lo artístico irradia con luz propia el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, pero también el Museu de Arte Contemporânea de Elvas, el Museo de Bellas Artes de Badajoz y otros tantos espacios museísticos y, en fin, culturales, que aportan dinamismo siempre y cuando apuesten por el habitante y no solo por el visitante.

Desde el ámbito turístico habría de buscarse la colaboración público-privada, la fijación de un código de buenas prácticas y el compromiso por la sostenibilidad, pues “no todo vale”. La búsqueda de la calidad frente a la cantidad es lo que diferencia a un destino turístico inteligente (no hablamos desde el punto de vista tecnológico sino humano) de un destino de masas. Aquí se presenta necesaria la comunión con otros polos de atracción de visitantes como las ciudades Patrimonio de la Humanidad –Évora, Cáceres, Mérida- y otros conjuntos histórico-artísticos cercanos –Vilaviçosa, Estremoz, Marvão, Valencia, Alcántara, Alburquerque, Monsaraz, Juromenha, Olivenza, Jerez de los Caballeros, etc-. y la promoción de rutas interurbanas que vayan más allá del folleto turístico y la página web vacía. La geografía y la historia común alentejana y extremeña es, una vez más, un valor por aprovechar.

Como vemos, se dispone de pilares suficientes para desarrollar una Eurociudad Patrimonio de la Humanidad. Faltaría un eslabón, Olivenza, que atesora una riqueza sinigual por su carácter mixto y que puede representar como ninguna otra la hermandad ibérica. También resta por llegar la buena comunicación ferroviaria con Madrid y con Lisboa. Habrá que seguir esperando. Hasta entonces, feliz 2022.

 

Juan Rebollo Bote

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