Un año escribiendo para EL TRAPEZIO

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Han pasado doce meses desde que en marzo de 2021 comenzara a redactar artículos de opinión para su publicación en EL TRAPEZIO. Pocos meses antes, tras numerosas búsquedas en línea sobre información acerca del iberismo, había dado con este medio digital y con los estudios de su coordinador general, Pablo González Velasco. Mi interés radicaba en cuestiones generales sobre autores iberistas del siglo XIX e inicios del XX y otras particulares sobre las regiones fronterizas de Extremadura, Alentejo y Región Centro. Contacté con Pablo, concertamos reunión virtual, me explicó el proyecto y le expresé mi voluntad de colaborar. Transcurrido, como digo, un año, mi compromiso con EL TRAPEZIO continúa firme en la creencia de que cada paso, por pequeño que sea, construye el camino común por el que transitemos y nos reconozcamos todos los habitantes de Iberia.

A lo largo de este tiempo he dado salida a algunos textos que ya tenía redactados -otros esperan el momento oportuno- y he procurado expresar mi punto de vista sobre ciertos acontecimientos que me tocaban de cerca. La historia, el patrimonio y el vínculo de Extremadura con Portugal, amén de otros temas puntuales de actualidad, han sido objeto principal de esta veintena de artículos. Tal vez algunos aspectos tratados resulten o hayan resultado demasiado concretos en un medio que pretende abarcar la globalidad peninsular, sin embargo, precisamente lo específico, la microhistoria, es lo que enriquece las perspectivas más generales. Así, lo que acontece y aconteció en las tierras rayanas no puede obviarse si lo que se busca es un acercamiento entre las capitales ibéricas. Porque entre el blanco y el negro se da toda una gama de grises que otorgan una diversidad que, efectivamente, es lo que otorga riqueza al conjunto.

Es loable que EL TRAPEZIO notifique la actualidad ibérica, aúne los dos países -y Andorra-, estreche lazos entre las ciudades más importantes -Madrid, Lisboa y Barcelona-, acoja autores/as de todos los rincones peninsulares -y más allá- y que esté abierto a publicaciones en portugués, castellano, catalán, gallego y las demás lenguas oficiales. Pero seguiría siendo un proyecto incompleto si no se diera voz a otras temáticas menos actuales, a otras ciudades menos capitalinas o a las lenguas menos mayoritarias. Afortunadamente, todo eso se da, o es posible que se dé, en tanto que es un medio totalmente abierto a opiniones diversas y a quienes humildemente crean que pueden aportar a la construcción del edificio social y cultural ibérico.

La experiencia es tremendamente positiva en lo colectivo y en lo personal. El contacto con otros autores, la cotidianeidad informativa sobre territorios portugueses y españoles -y, en particular, rayanos-, o la propia reflexión constante, y reafirmación en su caso, sobre mis postulados iberistas, son solo algunas consecuencias de la colaboración. Si, además, como ha sido el caso, alguno de mis artículos obtiene el reconocimiento para ser formar parte del libro Iberia tierra de fraternidad, que está llamado a ser fundamental en el renacer iberista, mi compromiso no puede sino aumentar. Y así será.

EL TRAPEZIO ya no es un proyecto, es una realidad. Y no se podrá entender el iberismo del siglo XXI sin acudir al trabajo desarrollado por este medio. Pero el iberismo ya no es aquella ideología decimonónica que, imbuida por las tesis del nacionalismo político y teórico, soñaba con la unificación romántica de la Península. O no para todos los iberistas, mejor dicho. Los tiempos han cambiado y el nuevo contexto comunitario europeo tiene abiertos horizontes sociales y culturales que, a nuestro juicio, requieren mayor atención y premura en lo que a las relaciones entre portugueses y españoles refiere. En este sentido, la labor de EL TRAPEZIO es importantísima en aras de que aumente el conocimiento mutuo entre ambos países, se estrechen lazos de todo tipo y, sobre todo, arraigue la conciencia de compartir pasado, presente y futuro.

 

Juan Rebollo Bote

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