Ideas de futuro para la lengua portuguesa en Extremadura

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El pasado marzo (2021) iniciaba mi colaboración con El Trapezio con un breve artículo sobre las modalidades lingüísticas galaico-portuguesas en Extremadura. Defendía entonces -y aún- que el portugués ha de ser considerado como lengua propia extremeña puesto que desde la Edad Media se reconoce su uso en comarcas rayanas de la región. 

Es manifiesto el vigor que todavía muestra la denominada como fala -que no es portugués sino variante del galaico-portugués medieval con influencias del asturleonés o estremeñu– en las localidades de Valverde del Fresno, Eljas y San Martín de Trevejo (Val de Xálima, en Sierra de Gata). Y, hasta mediados del siglo XX, también era evidente la vitalidad que tenía la lengua portuguesa propiamente dicha en la extensa línea territorial que va desde Herrera de Alcántara (ferrerenho, portugués “arcaico”), pasando por Cedillo y las pedanías de Valencia de Alcántara y de La Codosera (portugués “moderno”, alentejano, con origen en los siglos XVII y XVIII) hasta Olivenza (oliventino, portugués alentejano con rasgos locales). La actualidad de este portugués raiano, sin embargo, dista de ser la de aquella etapa anterior a la emigración, a la expansión de la escolarización o a la llegada de la televisión a los hogares de muchas familias, a partir de lo cual empezó a ganar terreno el castellano. La inmensa mayoría de los nietos de aquellas gentes que tenían como lengua materna el portugués en los años 50, aunque la entiendan a la perfección, apenas la ejercitan activamente por no ser necesario su uso en el día a día de estas poblaciones rayanas. Su desaparición es, por tanto, si no se actúa, cuestión de tiempo.

La incorporación en los últimos años de la enseñanza de la lengua portuguesa al curriculum educativo extremeño, así como la apuesta decidida de Escuelas Oficiales de Idiomas, Universidades Populares y de academias privadas por ofertar suficientes plazas y distintos niveles han ayudado a expandir el conocimiento del idioma en la región –dos de cada tres españoles que estudian portugués lo hacen en Extremadura–. No obstante, lamentable y comprensiblemente, estas bienintencionadas y dinámicas medidas no certifican la pervivencia de las particularidades lingüísticas de las comarcas rayanas referidas. Así, se da la paradoja de que mientras que en gran parte del territorio extremeño, sobre todo en las ciudades, se incrementa –aunque lentamente- el dominio de la lengua lusa, las modalidades propias del portugués extremeño se pierden. A contracorriente, asociaciones culturales y programas educativos de diverso alcance vienen desarrollando desde hace tiempo una inconmensurable labor de estudio, conservación y promoción de las variantes locales del raiano, pero las limitaciones económicas y la falta de un apoyo institucional ambicioso hacen que la inercia siga siendo negativa. 

No hay solución sencilla -ni barata- para revitalizar el portugués autóctono de Extremadura, menos si se han de atender especifidades oliventinas, ferrereñas u otras, pero tampoco es buena opción cruzarse de brazos frente a la progresiva pérdida de un elemento cultural tan singular de la Raya, de Extremadura y, al fin y al cabo, de España. La declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) -como ha mostrado intención de solicitar el Ayuntamiento de Olivenza- es lo mínimo exigible. Pero me temo que ello tampoco garantizaría la supervivencia de la lengua. La fala del Valle del Jálama, que sí está declarada BIC (2001) y que, además, es hablada activamente por alrededor de cinco mil personas, sigue siendo muy desconocida a nivel regional y nacional, ninguneada incluso, y continúa en peligro de regresión. Aun así, gracias a la declaración y al empuje social, ha conseguido hacerse hueco en los medios, ser objeto de estudio universitario, plantearse la difícil normativización o atraer a visitantes curiosos a la comarca. En tanto que lengua viva, el siguiente paso para alejar la amenaza de su retroceso ha de ser la cooficialidad o, en su defecto, algún estadio intermedio que blinde su enseñanza y uso público. 

En el caso del portugués extremeño, creemos, el proceso de revitalización ha de ser igualmente ambicioso, no tanto por su estado mortuorio actual sino, sobre todo, por su potencial utilidad práctica en relación con las regiones vecinas del otro lado de la Raya.  Ello requiere de un complejo proceso que ha de partir, primeramente, del trabajo de concienciación y reconocimiento social y político de la pluralidad lingüística de Extremadura (que ya recoge el Estatuto). Claro que una cuestión tan sensible no puede desarrollarse de espaldas al ámbito académico, por lo que la creación de un centro de estudios de lenguas extremeñas asociado a la Universidad de Extremadura se antoja indispensable para documentar y difundir de las diferentes realidades lingüísticas (ya hay mucho camino recorrido, por cierto).  Un último aspecto por el que, según mi opinión, habría que apostar decididamente es otorgarle al portugués un estatus de lengua propia y no extranjera, así como fomentar su aprendizaje y uso como segundo idioma regional, lo que resultaría un elemento diferenciador y enriquecedor para la ciudadanía extremeña e implementaría las relaciones –sociales, culturales, económicas, turísticas, etc.– y el hermanamiento con el país luso.

Concluyendo, y a modo de propuesta, podrían establecerse en Extremadura tres modalidades de inmersión lingüística portuguesa: una, modalidad autóctona-bilingüe, allá donde esta lengua haya sido o sea elemento cultural propio (comarca de Sierra San Pedro-Los Baldíos y, de manera especial, comarca de Olivenza), donde goce de singular protección, su uso público se normalice (instituciones públicas y privadas) y su enseñanza haga hincapié en las particularidades locales; dos, modalidad rayana-bilingüe, en las comarcas rayanas, en especial en municipios emisores y receptores de población transfronteriza (por ejemplo, en eurociudad Badajoz-Elvas-Montemaior), donde se fomente su conocimiento y uso público (cartelería, hospitales, comercio, cultura, transporte, etc.); y tres, modalidad segunda lengua, en el resto de la región extremeña, donde sea posible su aprendizaje con número de plazas y horas acorde con la demanda y el pleno dominio del idioma. Son solo algunas ideas impulsadas por la creencia de que conocer dos lenguas es mejor que conocer una sola, ¡y cuál más oportuna que el portugués en Extremadura!

 

                                                                                                                                       Juan Rebollo Bote   

 

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