La asociación portuguesa de defensa del medio ambiente «Quercus» ha alertado de la presencia anormal de una gran cantidad de plantas acuáticas invasoras, en una amplia extensión del Tajo internacional. Y también en sus afluentes, los ríos Ponsul y Aravil, cuya desembocadura está en la zona Malpica-Tajo.
Este fenómeno extremo, pero cada vez más habitual, indica un desequilibrio en los ecosistemas, ya que la luz y el oxígeno no pueden entrar en las aguas, lo que indica un aumento de los niveles de contaminación. Esto se debe, principalmente, a las urbanizaciones residenciales, y a las explotaciones agrícolas y ganaderas cercanas.
Las algas disminuyen la calidad del agua
Este tipo de fenómenos han aumentado a lo largo de los años, lo que transmite una degradación de las aguas del Tajo, el mayor río ibérico. Este hecho ha sido denunciado por varios ciudadanos, que alertaron a los ecologistas de esta invasión de algas (del tipo Azolla filiculoides), entre los tramos de Senhora da Graça (junto a Idanha-a-Nova) y la Albufeira de Cedillo (España). Este aumento suele ocurrir cuando las aguas están «estancadas y contaminadas por fosfatos y nitratos, formando alfombras densas de vegetación en la superficie», se lee en la nota emitida por Quercus.
La asociación, que ha alertado a las autoridades competentes, las cuales ya están investigando los orígenes de este fenómeno, ha pedido un refuerzo de los medios de control de los ríos, al tiempo que se promueven políticas agrícolas y ganaderas sostenibles. Unas medidas que permitan a Portugal y España cumplir con las directivas del Marco Europeo del Agua, que es el principal instrumento comunitario para la protección de los ríos y de su calidad.