El español que fundó São Paulo

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Su madre era canaria. Su padre, vasco. Él nació en Tenerife en 1534, estudió en Coímbra y fue enviado a Brasil por la Compañía de Jesús, con la misión de evangelizar a los indígenas. Allí, fundaría una de las mayores ciudades del planeta y la más grande del mundo lusófono –su población, a día de hoy, adelanta en número a todo Portugal–.

José de Anchieta (Antxeta era probablemente el apellido vasco de la familia de su padre) llega a Brasil en 1553. En 1554, él y su superior, el padre portugués Manuel da Nóbrega, fundan el Colegio de São Paulo de Piratininga, destinado a la catequesis de los indios tupí, alrededor del cual se forma una pequeña aldea que sería la semilla de la ciudad de São Paulo.

Mucho se conoce a Anchieta por su labor de catequista en tierras brasileñas, por su beatificación en 1980 por el papa Juan Pablo II y por su canonización en 2014 por el papa Francisco. Menos conocida es su faceta literaria. Escribía en portugués, español, latín y tupí, tanto poemas como textos dramáticos. Su poesía tiene aires más intimistas y aborda la relación particular del jesuita con Dios. Su teatro, sin embargo, tiene fines catequizadores. Los autos compuestos por Anchieta hablan del bien y del mal y eran representados en las aldeas indígenas por las cuales peregrinaba.

Con la intención de persuadir a los nativos para que dejaran atrás sus prácticas “herejes”, Anchieta tuvo que profundizar en el universo simbólico de las tribus locales y encontrar correlatos entre sus creencias y el mensaje católico. Para los tupíes, por ejemplo, el ser supremo era Tupã (tal vez, una onomatopeya para el trueno). Pues Tupã pasaría a ser Dios. Nuestra Señora sería Tupansy (madre de Tupã), mientras que el Reino de Dios era tupãretama (tierra de Tupã) y la iglesia es tupãóka (casa de Tupã). Para el concepto de alma, Anchieta usa la palabra tupí anga, que para los indígenas significaba sombra.

Esa transposición entre las dos culturas es, por supuesto, problemática. Las relaciones no son exactas, lo que lleva a Anchieta a improvisar vocablos. Para referirse a los ángeles católicos, figura que no existía entre los tupíes, el jesuita crea la palabra karaibebé, que, traducido, sería algo como “profeta volador”. Otros términos no encuentran traducción. La idea de pecado, por ejemplo, no podía ser transpuesta de manera satisfactoria, ya que ese concepto simplemente no formaba parte del imaginario indígena.

Anchieta estuvo en muchos puntos de Brasil y conoció otros pueblos indígenas, no solamente los tupíes. Pero con estos convivió casi toda su vida, en el litoral de lo que hoy son las provincias de São Paulo, Rio de Janeiro y Espírito Santo. Es de su autoría la primera gramática con los fundamentos de la lengua tupí. Su Arte de gramática da língua mais usada na costa do Brasil fue impresa en Coímbra en 1595.

Actualmente, el Colegio de São Paulo de Piratininga es un importante punto turístico de la ciudad. Pasó por su última reconstrucción en 1979. Está restaurado y se puede visitar. En el local, además del Colegio y de su patio, está el Museo Anchieta, el Museo de Arte Sacra de los Jesuitas y la Biblioteca Padre Antonio Vieira, especializada en la historia de la Compañía de Jesús y de la ciudad de São Paulo. Para quien se aventure a viajar por Brasil, merece la pena ver de cerca el sitio donde esa gran personalidad española fundó la mayor metrópolis de habla portuguesa del mundo.

 

Sérgio Massucci Calderaro (São Paulo, 1971), doctor por la Universidad Complutense de Madrid, es publicista, escritor y profesor.

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