Extractos del estudio “La proyección internacional del español y el portugués” del Camões y el Cervantes (II)

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Si en la primera parte del artículo, ya publicada, citábamos las visiones de los líderes de los institutos de promoción de las lenguas ibéricas, y de los ministros de Exteriores de España y Portugal, ahora haremos mención a los resultados de las investigaciones de los académicos. Son 14 capítulos, algunos de los cuales tratan de retos paralelos a ambas lenguas, otros se centran en lo que hay en común (que es lo que nos interesa), es decir, a la demostración de la intercomprensión (por espontaneidad en la vida real y por análisis comparativo), así como las potencialidades de la colaboración geolingüística y geopolítica entre ambas comunidades lingüísticas.

En la introducción, firmada por Rebeca Gutiérrez Rivilla, especialista del Instituto Cervantes, y Luís Antero Reto, del CEI – Centro de Estudos Internacionais (ISCTE-IUL), enumeran las ideas orientadoras del proyecto: “1) La gran proximidad lingüística que existe en el idioma español y el portugués contiene un potencial para la comunicación internacional poco conocido y, sobre todo, poco explorado por las dos comunidades lingüísticas. 2) Esta proximidad hace posible y requiere un acuerdo estratégico para la afirmación del multilingüismo en la ciencia, en la enseñanza y en su uso en las organizaciones internacionales e intergubernamentales más relevantes del mundo”.

Paulo Osório (Universidade da Beira Interior) y Ana María García Martín (Universidad de Salamanca) en su artículo sobre la proximidad lingüística afirman: “Es seguramente en el ámbito fonético-fonológico donde los hablantes del español y del portugués percibimos hoy una mayor diferencia entre nuestras lenguas. Si en el ámbito morfosintáctico, incluso en el léxico, hay una percepción común de mayor proximidad lingüística, las diferencias fonéticas entre ambas lenguas justifican alguna reserva con relación a la frecuentemente referida facilidad para la inteligibilidad mutua. Mayor dificultad parece representar el portugués europeo, frente al americano, para el oído hispanohablante, lo que se puede justificar, en buena medida, por la reducción y tendencia a la síncopa de sus vocales átonas, lo que enmascara al hispanohablante la palabra cognada. En cambio, la ausencia de síncopa en el vocalismo átono portugués americano suele considerarse la razón de que el hablante de español considere de más entendimiento esta variedad del portugués, al menos en boca de un hablante culto. Vemos, por tanto, que la inteligibilidad entre los hablantes de ambas lenguas es asimétrica y resulta condicionada por las variedades internas de cada una de las lenguas”. (…)

“Sin embargo, en nuestra opinión, más allá del grado de inteligibilidad mutua, importa señalar que una conciencia de hermandad lingüística ha existido siempre entre los hablantes de las lenguas española y portuguesa. Así el gramático y humanista portugués João de Barros utilizaba en 1540 el término ‘espanhol’ para referirse a una sola lengua ibérica, diferenciada de las lenguas francesa e italiana, si bien recurría a los glotónimos ‘português’ y ‘castelhano’ para distinguir entre las variedades internas de aquella. Por la misma época, el humanista español Juan de Valdés afirmaba que ambas lenguas eran, dentro del mosaico lingüístico hispánico, las más próximas. Esa proximidad comúnmente asumida está implícita en el proceso de normativización del portugués a lo largo de los siglos, de manera que en “los discursos históricos producidos para la definición, afirmación y normativización de los rasgos lingüísticos del portugués, hallamos explícita esa doble preocupación en afirmar identidades y contrastes, especialmente respecto al ámbito hispánico” (García Martín, 200: p. 210; cf., sobre esta cuestión, Vázquez Corredoria, 1998). En el periodo de mayor influencia de la lengua española en Portugal, durante la monarquía la monarquía dual (1580-1640), la proximidad estructural de ambas lenguas habrá facilitado la extensión que el español asumió como lengua literaria. En ese momento, muchos hispanismos léxicos se integraron en la lengua portuguesa, de tapadillo, aprovechando las estructuras formales semejantes de ambas lenguas (cf. Venâncio, 2014), como prueba de la facilidad de transvase de contenidos lingüísticos entre lengas próximas. Sin embargo, una vez finalizado el periodo de influencia cultural española, con la Restauración monárquica portuguesa y la entrada de nuevas corrientes culturales e idiomáticas prestigiosas en Portugal, la conciencia de hermandad lingüística aún perdura, como demuestra Bluteau, a principios del siglo XVIII, en su Proposopeia del Idioma Portuguez; aunque en esta occasion hablo Castellano, no me desdigo. La diferencia es tan poca, que es más que medio Portuguez, lo que digo” (Bluteau, 1721, vol. VIII, “Proposopeia”, p.3). Estos hechos, pertenecientes a la historia e historiografía de nuestras lenguas, nos sirven para aumentar que españoles y portugueses siempre hemos compartido una conciencia de hermandad lingüística, aun no faltando testimonios históricos de falta de inteligibilidad, expresados con desaire, como quien experimenta una contradicción entre una experiencia empírica y una idea arraigada apriorísticamente”.

“Esa conciencia histórica de proximidad lingüística, mantenida a lo largo de los siglos, permanece hoy. En el ámbito aplicado de enseñanza y aprendizaje de nuestras lenguas a/por los hablantes de la otra, se discute el concepto de proximidad percibida (cf. Alonso Rey, 2012, pp. 71-79), señalándose con frecuencia la percepción engañosa de facilidad de aprendizaje o de dominio de la lengua cercana (cf. Ibídem, pp. 63-67). Esa confianza se puede considerar contraproducente, pues conlleva la fosilización precoz (cf. Ibídem, pp. 59-62) del aprendizaje, al producirse una inteligibilidad suficiente para asegurar el intercambio comunicativo. Así, se podrá decir que la proximidad lingüística constituye, en principio, un aspecto facilitador de la adquisición y del aprendizaje de lenguas afines, debido a la semejanza estructural de las lenguas en cuestión, pudiendo también facilitar la existencia de transferencias e interferencias lingüísticas que van a exigir, sin duda, metodologías específicas para la enseñanza de esas lenguas. Así, un hablante portugués y uno español pueden comunicar con relativa facilidad, muchas veces activando la interlengua [que “es, sintéticamente, un sistema lingüístico en construcción que está entre una lengua y otra(s)”], pero observamos, con todo, muchas veces, un desconocimiento estructural explícito de la otra lengua, habiendo, naturalmente, situaciones de fosilización (y son muy frecuentes las léxicas y las semánticas). En relación con las interferencias lingüísticas, lo que la investigación en psicolingüística viene demostrando es que los aspectos viene demostrando es que los aspectos más dependientes de la memoria procedimental están más expuestos a la interferencia (sobre todo en aspectos de morfología y de sintaxis) en lo relativo a los fenómenos lingüísticos relacionados con la memoria declarativa, considerando que los hablantes monolingües harán más interferencias en mayor cantidad que los hablantes bilingües o plurilingües”.

“Como consecuencia de las especiales características de aprendizaje de lenguas próximas, y respondiendo a la demanda de unos materiales específicos facilitadores de este, muchos son los títulos que han aparecido, en los últimos años, destinados a la enseñanza-aprendizaje de español por parte de hablantes de portugués y viceversa, a la enseñanza-aprendizaje de portugués por parte de hispanohablantes. Un campo de interés creciente para el mundo editorial y académico que no debe ser minusvalorado”.

Urge, en este contexto, el reto de una política lingüística conjunta y común, que sirva de esa conciencia secular de hermandad lingüística para hacer ganar peso a nuestras lenguas en el ámbito internacional. Ambas suman más de ochocientos millones de hablantes nativos y, a pesar de ello, no siempre ven reconocidas en las instituciones políticas internacionales la representación que corresponde a tal número de hablantes. Igualmente, ambas quedan relegadas en el ámbito de la difusión científica, ya que, a escala global, el inglés viene ocupando dicho espacio. A pesar de todo, se vienen desarrollando esfuerzos para la implementación de políticas lingüísticas para el portugués y el español, gracias a la intervención de algunos organismos, como el Instituto Cervantes, el Instituto Camões y, más reciente, la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura) que, con esmero, se dedica a la difusión de estas lenguas en e mundo, así como a su intervención en los planes de enseñanza. En realidad, ambas lenguas tienen gran potencial de difusión conjunta, en virtud de estar registrando un incremento de hablantes de uno y de otro idioma, además de las relaciones culturales, históricas y lingüísticas ancestrales entre el portugués y el español. El potencial conjunto de las dos lenguas nos parece, con todo, que aún ha sido poco explorado, urgiendo hacerlo efectivo, puesto que ha llegado el momento de que nuestras lenguas, como sus hablantes, pasen de estar de espaldas a ir de la mano”.

Después de esta segunda parte sobre lo mejor del ensayo, reiteramos la importancia de su lectura íntegra (compre aquí el libro), y dejaremos para la tercera y última parte del artículo los análisis, las consideraciones y recomendaciones finales del estudio del Instituto Camões y el Cervantes.

Pablo González Velasco

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