Portugal celebra su independencia

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El 1 de diciembre es fiesta nacional en Portugal, pero al otro de la raya, en España, esta fecha y lo que se conmemora, son cuestiones generalmente desconocidas.

Es preciso hacer por tanto un mínimo de pedagogía para españoles. Hoy se celebra en el país luso, el día de la restauración de la independencia de Portugal frente a España, acontecida a partir de 1640. El 1 de diciembre es el día de la proclamación por parte de la nobleza portuguesa del Duque de Braganza como Rey de Portugal, con el título de Juan IV, quedando derrocado el Rey Felipe III de Portugal de la Casa de los Austria, a la sazón Rey de España. Este cambio de dinastía no fue nada pacífico. Durante 28 años las monarquías de Braganza y la de los Austria mantuvieron una larga guerra. El tratado de Lisboa de 1668 puso fin al conflicto militar, quedando dividida la península ibérica en dos Estados, con una frontera que prácticamente no se ha movido desde entonces.

Hoy es primero de diciembre y en Portugal se volverá a conmemorar este día como se lleva haciendo ininterrumpidamente desde mediados del siglo XIX. El presidente de la República deposita una corona de flores en el monumento a los héroes de la Restauración, ubicado en la Plaza de los Restauradores en el centro de Lisboa. Hay un desfile de bandas filarmónicas, y se iza solemnemente la bandera lusa. En Portugal se realiza toda una ceremonia de afirmación nacional.

Estas celebraciones de afirmación nacional frente a un invasor exterior se realizan por toda Europa. Hungría recuerda el 15 de marzo de 1848 frente al Imperio Austriaco, Irlanda el viernes santo de 1916 frente a Gran Bretaña, Polonia el 11 de noviembre de 1918 frente a Rusia, Prusia, y Austria, y España el 2 de mayo de 1808, día del alzamiento popular frente a las tropas francesas. En América, en Asia, en África, casi todos los países tienen también su día de la independencia frente a algún colonizador.

Curiosamente Castilla conmemora el 23 de abril de 1521, día en la batalla de Villalar, en que las tropas de los comuneros castellanos cedieron contra las tropas de la monarquía hispánica del Rey Austria, Carlos I. Podríamos decir, forzando un poco, que Castilla tiene su 1 de diciembre, en que se recuerda una guerra de Castilla contra España.

No obstante, en la celebración del primero de diciembre en Portugal se comete un error, la guerra de 1640 no fue una guerra entre dos naciones, como muchas veces se dice, sino una guerra entre dos dinastías enfrentadas por el control de un territorio. En el siglo XVII, el concepto de nación no tenía ninguna extensión entre las poblaciones, los súbditos no tenían ningún tipo de identidad nacional; no es hasta el siglo XIX cuando los pobladores de las diferentes entidades territoriales comienzan a generar una identidad nacional. En aquellas guerras los pueblos en nada decidían, ni en nada opinaban, solo ponían los muertos, y nada ganaban.

Pese a que este tipo de conmemoraciones no parecen conciliadoras, lo que predomina el 1 de diciembre es la reivindicación de la identidad del pueblo de Portugal, como un valor positivo, sin ir contra nadie, sin ir contra España, ni muchísimo menos contra los españoles.

La historia queda para ser contada e interpretada, si los reinos no se hubiesen separado las cosas hubiesen sido diferente.  Pero eso ya importa poco, los vínculos culturales y sociales, la necesidad y la conveniencia de afianzar cada vez más un espacio Ibérico, ha de pesar mucho más que antiguos conflictos.

Es preciso dejar de utilizar la historia como un muro de división, no es cierto que entre España y Portugal haya habido enfrentamientos terribles. La historia de Iberia puede y debe ser contada en positivo, la Hispania romana, la época visigoda, la musulmana, la reconquista cristiana, los descubrimientos, la lucha contra las invasiones napoleónicas, el iberismo del siglo XIX, la entrada en la UE…

Hitos como la celebración conjunta de la vuelta al mundo de Magallanes-Elcano, que se está realizando este año 2019 por los dos gobiernos ibéricos, son el ejemplo a seguir.

Pablo Castro Abad es editor-adjunto de EL TRAPEZIO y licenciado en Ciencias del Trabajo

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